Opinión

Autocomplacencia versus democracia

LAS declaraciones de Don Diego Sales a la prensa de estos días nos llevan a una reflexión acerca del grado de adormecimiento de la sociedad gaditana, y de sus negativas consecuencias, por permitir a sus administradores, en este caso al Rector de la Universidad, una dosis de autocomplacencia incompatible con la democracia informativa, sobre todo si con ello se pretende esconder la malísima posición de la UCA entre las universidades europeas y españolas en temas relacionados con la calidad de sus actividades, y en tratar de hacer pasar como un hecho sin importancia un déficit económico que es el mayor de todas las universidades andaluzas.

Pero siendo el camuflaje de estas dos cuestiones un veneno muy nocivo para nuestra salud democrática y la de nuestros bolsillos, peor es aún que este dirigente universitario, tan lleno de sí mismo, nos informe ya con muchos meses de antelación de quién será su sucesor al frente de la UCA, y que además presuma de que el nuevo rector no podrá cambiar nada de lo hecho por él porque todo ello está atado y bien atado y, además, es perfecto.

Quizás la autocomplacencia sea una debilidad extendida entre los seres humanos: hace más llevadera la vida, aunque no más auténtica. Al ser imposible borrar la realidad se puede al menos intentar exorcizarla mediante interpretaciones personales que revelen "mi verdad", sin importar que su maquillaje llegue a convertirse en una máscara. Hay que asumir el riesgo. El Señor Sales lo enfrenta sin temor alguno en sus recientes declaraciones.

La ventaja de la hipérbole es que agrega credibilidad al autoengaño. Ya decía Hegel que la Historia reúne lo objetivo con lo subjetivo, porque comprende tanto lo ocurrido como la narración de lo ocurrido. Es ahí donde la imaginación de este administrador de la universidad puede volar, recurriendo libremente a los aparejos del olvido voluntario o la tergiversación. Como en un juego de espejos, los conceptos pueden cambiar de significado y destinatario a conveniencia. Así, con la habilidad de un sofista consumado, el Señor Sales desliga de su gestión al frente de esta institución, (ya cercana a los 8 años) la deuda de la UCA al Banco de Santander, (de más de 40 millones de euros), para responsabilizar de ella a una hipotética herencia del pasado, un epíteto elástico del lenguaje usual de los políticos para el que se requiere más audacia que vergüenza.

Claro que por todo esto no nos ha pasado desapercibida la información que también se acompaña a las declaraciones: el escaso número de votos que llevó al Señor Sales al Rectorado es un fiel reflejo del desinterés y la desafección de la sociedad universitaria gaditana por quien quiera que sea el que vaya a regir los destinos de la UCA, ya que Don Diego Sales, según esta misma información, salió elegido en unas elecciones con una participación del sólo el 17,26% de las personas con derecho a votar.

Pero como se coge antes a un autocomplaciente que a un cojo, el mismo día que un periódico daba las declaraciones del rector, otro distinto informaba de que el ránking de Shanghai de hace un mes que ahora ha ratificado SCImago Institutions Ranking (SIR) del CSIC, de las 51 universidades españolas, dos universidades andaluzas están por debajo de la media mundial en impacto científico, una es la de Cádiz. Sólo las Universidades de Granada y de Córdoba están en torno a la media nacional. Con respecto al ránking anterior, seis universidades andaluzas han mejorado su posición: Granada, Sevilla, Córdoba, Huelva, Jaén y Almería. Ha bajado la Universidad de Cádiz.

Con una deuda del 33 por ciento del presupuesto, la mayor de todas la universidades de Andalucía; con un puesto 45 de 48 en el Ránking de Productividad en Investigación de las Universidades Públicas Españolas, según el último estudio de la Universidad de Granada y la Dirección General de Universidades; con una ocupación de sólo el 8% de las 226.672 plazas públicas andaluzas, y con las matrículas más caras de nuestra región, el consentimiento a tanta autocomplacencia sólo puede redundar en más de lo mismo: menos participación y mayor desapego de la comunidad universitaria gaditana en sus cosas y mayor profundización de las causas que han llevado a la UCA a los últimos puestos de los ránking que mide las cualidades universitarias que influyen directamente en su prestigio social y académico, en la posible demanda de alumnos, en la captación de profesores e investigadores y en la financiación.

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