Las cosas que pasan

David Fernández

Más pobres

HOY se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Y en lugar de acercarnos al objetivo, reducir a la mitad el número de personas que vive en la indigencia, somos mucho más pobres que antaño y no por culpa exclusivamente de la tremenda crisis. Aquí cada vez hay más familias que se ven en las calles de Jerez, sin un techo. Basta con abrir los ojos para toparte de bruces con la miseria. Y aunque la pobreza también camine por calle Larga con traje, corbata y un portátil en la mano, es más honda que antes porque se está derrumbando en paralelo la confianza en el sistema democrático. Por mucho que los políticos se cuelen en casa apelando a su amistad vía facebook para pedir el voto, hoy tienen tanto crédito como el líder provincial del PSOE, González Cabaña, prometiendo que se dejará la piel para que Pilar Sánchez vuelva a ganar; o como Santiago Casal relatando su proyecto nacionalista andaluz; o Pacheco, que dice ser ahora el joven Pacheco. ¿Y qué pensar del delegado de Urbanismo, Juan Pedro Crisol, aplaudiendo a la Junta tras darle ésta una patada a seguir a la Ciudad de la Justicia hasta no se sabe cuándo? Dijo Groucho Marx que "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados", y quizá se quedó corto. La ausencia hoy de política es sólo comparable a la pérdida de los valores de los jóvenes jerezanos que se ven forzados a emigrar porque ven cómo se les escapa el tiempo. Los ciudadanos no se acuerdan de la última vez que un político les convenció con su discurso. Y si nadie protesta por el bajo perfil de los políticos es porque la conciencia crítica escasea. Aunque mejor nos iría si una mayoría no se conformara con esperar un favor o que caiga algo de los supuestamente poderosos. No hay que olvidar las décadas de lucha por la igualdad de oportunidades en función del nivel académico y no del apellido o cualquier otra conexión con el poder. Muy bien no se están haciendo las cosas cuando cada vez son más las personas que subrayan los logros pasados al referirse a las penurias actuales. Por lo visto ahora Pacheco es un santo, quién se lo iba a decir. Tampoco los reguladores de lo público gozan de gran popularidad. Seríamos mucho más ricos si nadie pusiera en tela de juicio el empeño de jueces y fiscales por acabar con cualquier atisbo de corrupción. Ahí están las denuncias entre Pacheco y Pilar Sánchez, pero nadie parece tener prisa por averiguar y resolver; o el empresario José Grimaldi, que ahora, acorralado, amenaza con destapar la trama de Jerecom y sus líos con el Ayuntamiento. La realidad nunca debe indicar que la Justicia se interpreta con los amigos y se aplica al resto. En cualquier caso, sólo hay algo más preocupante que la pobreza y es la actual falta de hambre, es decir, de espíritu democrático. Esto nos hace aún más pobres.

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