Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
RAJOY fue al País Vasco y no se atrevió a sacar la artillería pesada a costa de Bildu. El presidente del PP templó gaitas y, aunque lamentó la presencia electoral de los abertzales, se abstuvo de arremeter contra los jueces y contra el Gobierno. ¿Estrategia o miedo? Dicen las crónicas que Rajoy se contuvo para no atemorizar al electorado vasco: Bildu está en las municipales pero no hay culpables. Un día después, pero ya en Zaragoza, el mismo Rajoy reprochó a los socialistas "agitar el voto del miedo". "La gente", agregó, "sólo tiene miedo al paro". Raro o, al menos, sospechoso. Es verdad que Zapatero ha agitado el voto del miedo. Temor a un programa oculto, a recortes sociales sin cuento y a una política educativa y cultural supervisada por los sectores más rancios. ¿Qué alto precio habrá que pagar por un puesto de trabajo? Está por ver. Pero supongamos que es una exageración sin fundamento: no hay nada que temer. El miedo que agitan los socialistas es un embuste. Pero, ¿qué hacemos con el miedo de Rajoy a sí mismo, a su propio discurso y al de sus conmilitones? ¿Cómo interpretamos esa prudencia exagerada del presidente del PP cuando le toca jugar en terreno esquivo? ¿Qué razón, sino el temor, hay detrás de ese discurso impostado cuando Rajoy tiene que mentar la bicha en campo adverso?
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