El Consuelo

De una identidad cofrade que se afianza en El Pelirón

  • La corporación sigue siendo fiel a sus cánones tanto estéticos como penitenciales

Ala hora en punto el diputado mayor de gobierno llama a la puerta de la capilla antes de que el cortejo pase ante ella. Suena Mater Mea mientras los nazarenos pasan ante el paso de la Virgen ya situado en el mismo dintel del pequeño templo. Tarde de sol y nubes con algo de viento fresco pero sin el temor de las oscuras nubes amenazantes. José Luis Mena ordenó caminar a sus hombres echando el paso a tierra un poco para salvar la altura de la puerta. Siguió sonando Mater Mea de forma acompasada y solemne por Coria del Río. La brisa no pudo con toda la candelería. También surgió la saeta: “Pensando en ti madre mía nació en mí la saeta. Y mi garganta no tembló pero viendo tu carita mi corazón sí que lloró”. El Consuelo con su cruz de Santa Ángela en las manos caminó hacia el centro al ritmo de la marcha Madre del Consuelo. El barrio del Pelirón, que tantas veces recorrió esta imagen en una entendida como sub-oficialidad, ahora la vemos con la serenidad y la fuerza de una hermandad que ayer emprendió su camino hacia el centro urbano para enseñar al Jerez cofrade y creyente un estilo definido de salir a las calles con unas señas de identidad que inequívocamente nos señalan a una corporación que huyó de los estereotipos encajados a las hermandades de barrio.  El Consuelo sale casi sin querer hacer ruido, excepto aquel que quiere que envuelva a la Señora que enseña su dolor ante la cruz desnuda, iluminada por una candelería a sus pies y elegantemente adornada de flores, que de eso se sabe allí bastante. También se sabe de cofradierismo; de reunir en torno a la hermandad todos los elementos necesarios para que el regusto de lo bien hecho quede patente de principio a fin en el paso de la cofradía. Severos nazarenos vistiendo una bien pensada túnica nazarena en un número que desecha las grandes cifras para detenerse en la calidad y en la verdad penitencial de cada uno de ellos, que se exige por El Pelirón, en un Miércoles Santo donde la ‘competencia’ cofrade en Jerez es alta. El Consuelo no pelea por espacios o bullicios. Es lo que su gente quiere que sea. La música es un ingrediente fundamental para esta cofradía y a favor de esto ayer oímos tras el paso a una banda de gran calidad y experta en la interpretación de la música clásica.

La hermandad sigue mirando de reojo al Señor del Amparo que se quedó en su altar en la angosta Capilla del Pelirón a la espera de que algún año la ocupante del paso salga en su palio y el Señor ocupe las hermosas andas que hoy tienen al Consuelo como eje. Esto seguro que será así, conociendo el empuje y entusiasmo que los del ‘Pelirón’ le ponen a sus ilusiones, que son en definitiva las del Jerez cofrade al completo.

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