Imaginemos un mundo sin dinero. ¿Por qué no echar mano, entonces, de esos sistemas de monedas complementarias que se cuentan ya por miles en todo el mundo? En Jerez, esa moneda complementaria se llamó ‘zoquito’, equivalente casi a un euro. Fue en abril de 2007. Han pasado, por tanto, cinco años en los que la japonesa Maki y el francés Nicolas, promotores de la iniciativa, han invertido tiempo y esfuerzo en trasladar la idea de una economía justa y solidaria. Porque, como dice Maki, la economía actual tiene muchos fallos. “Vemos a diario lo que las familias sufren con un desahucio. Entonces, no es perfecto, precisa de complementos para poder vivir en una economía justa y solidaria. El capitalismo está autodestruyéndose. Necesitamos crear otro valor social desde nuestras voluntades”.
Maki es japonesa. El flamenco le trajo a España. Primero, Madrid, luego Sevilla y, por fin, Jerez. Dando clases de flamenco y trabajando en lo que se le ponía por delante. En 1999 conoció en Jerez a Nicolas Patris, un joven sociólogo marsellés que llegó para hacer el postgrado de tecnología de la información. Pero su pasión era también el flamenco. Nico toca la guitarra. Como su padre, aquél primer profesor de flamenco que enseñó en Marsella. Maki y Nico se conocieron y se casaron. Éso fue hace doce años. Y de ahí, surgió El Zoquito, una moneda de ámbito local que no es dinero físico ni moneda, dentro de una red que funciona también -y esto es importante- con trueques directos entre sus miembros.
En el empeño arrimaron el hombro los miembros de ‘El Zoco’, una asociación siempre vigilante por el fomento de productos ecológicos y naturales. Maki había conocido en su país los modelos de economía alternativa con monedas complementarias y Nico es un sociólogo con experiencia en los movimientos sociales e informática. Él solito montó la plataforma web con la ayuda del diseñador gráfico jerezano Javier Vicente Gutiérrez. La red de ‘El Zoquito’ comenzó con quince personas y tres socios. Ahora suman el centenar.
La casa que ocupan en el número 6 de la plaza de San Mateo es una casa totalmente rehabilitada. “El zoquillo me ha solucionado muchas cosas: Este frigorífico que tiene una tara apenas visible me costó sólo 30 euros, o la mampara de humos, o esta estufa, todo de segunda mano, que puede costar 400 euros, y que me costó poquísimo en la red...” Y Maki ha aparecido un día con la ropa de sus amigas miembros de la red: “Esta camisa es de Rocío, esto de Mariana, los pantalones de Adriana y los zapatos de Felisa”.
El Zoquito pertenece al sistema de monedas complementarias LETS (Local Exchange Trade System), un sistema de puntos donde la suma total de todas las cuentas es siempre cero. “No tenemos dinero físico, es decir billetes de zoquitos, funcionamos con una cartilla en papel que se entrega a cada nuevo miembro donde se apuntan los intercambios realizados y los zoquitos ganados o gastados”. Sólo cuando los colaboradores entregan la cartilla al interesado, éste puede registrarse en la web http://zoquito.org/, editar su perfil y enviar sus ofertas y demandas esenciales, además de participar en el foro.
Veamos un ejemplo simple. La demanda es la siguiente: ‘Hola, compañeros zoquiteros. Necesitaría una persona que sepa algo de costura para arreglar un jersey que está descosido y que me gusta. Puedo pagar en zoquito o euros o mitad/mitad’. A la demanda puede acudir cualquier miembro de la red que, al margen de su profesión, tenga conocimientos de costura y canjee ese servicio por otra necesidad que tenga el demandante o bien desee captar zoquitos en su cartilla.
En ‘El Zoquito’, cualquier miembro puede poner en común sus conocimientos organizando talleres. Han aprendido a hacer pan casero, masajes, mejorar un idioma, aprender reiki o cocina italiana. Y cada dos meses, organiza un mercadillo (el Mercazoquito), abierto al público y donde se puede vender y comprar con zoquitos, euros o trueques. Su calendario de eventos recoge este domingo, a las 17 horas, un taller de sushi vegetariano en el salón Maquito, en la plaza de San Mateo 6, para esos valientes obligados a vivir sin empleo pero confiados en las nuevas economías paralelas. Son los
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