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Qué sería de las cofradías sin sus sayones. Los 'güilos', como les gusta llamar a los cofrades de la Esperanza de la Yedra a los antiguos malos que venían nada menos que del antiguo misterio de la Sentencia de la Macarena. Forman parte de las hermandades y los mayordomos los cuidan durante todo el año y los miman porque se entiende que forman parte de la geografía sentimental del hermano. Qué sería del Señor de las Misericordias sin ese romano, el cual, el susodicho centurión y su espada, es protagonista de una anécdota que José Luis Sánchez, 'El Chapa', cuenta con tanta gracia que puedes caerte de la risa.

Los sayones también existen. En San Juan de Letrán le llaman Marquillo, y es como un personaje sacado de otros tiempos con esos bigotes rizados. En San Mateo, el Bizco y el Verruga. Chaveli los bordó en el paso de los Judíos, en el cual también hay un niño que cuenta la tradición que lo copió el imaginero valenciano de un chaval del barrio algo travieso, y que por ello le llaman 'golfillo' en la elegante hermandad del Martes Santo.

Sayones antiguos de las Viñas, que sujetan la cruz del Señor bajo la batuta de Pinto Berraquero. Sayones en la Flagelación, que dicen que uno de ellos está calcado de Mussolini. Más maldad es complicada ver en otro misterio que no sea el de la calle Medina.

Los sayones en la Redención, mientras que el traidor Judas intenta besar al Señor. Los malos de la película que también se dejan ver en la Coronación, romanos guapos y servil fariseo que le sacas la lengua al Señor.

Y Chupaceite y Candilejas. Están en Santiago amarrando al Señor del Prendimiento. Con la vil espada en la mano de uno de ellos. Más malos no pueden ser.

Pero que nadie piense en borrarlos del mapa. Están ahí en los pasos de misterio, como el Gestas de la Veracruz, o como el Herodes en el Transporte que aparece expuesto en el salón de pasos durante todo el año. De la maldad hacerla virtud, que para eso los cofrades nos las pintamos de dulce. Los sayones también existen. Nos indican que en ocasiones, nosotros, ocupamos ese lugar cuando traicionamos al Maestro. Por eso son importantes.

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