Análisis

manuel naranjo loreto Miembro de la Cátedra de Flamencología de Jerez

50 años de Fiesta

La Fiesta de la Bulería de Jerez nació al amparo de la corriente neojondista de los años sesenta, una década que asumió un nuevo marco teórico e ideológico en cuanto a sus maneras de analizar y escenificar el flamenco, y en la que por entonces ya se habían publicado una serie de hitos bibliográficos y discográficos. Un cambio de mentalidad que impulsó a instituciones como la Cátedra de Flamencología de Jerez y un revulsivo en el tejido asociativo flamenco.

Por otra parte, la Fiesta de la Bulería ponía en pie un largo proceso de reidentificación del modelo jerezano. Jerez se había convertido en una meca del flamenco que venía exportando artistas desde principios del siglo XX y no tenía un espacio adecuado para ese modelo en el propio Jerez, aunque fuera efímero. Como todo proceso ideológico, el encuentro jerezano tuvo en Juan de la Plata su mentor, que al amparo de la Cátedra de Flamencología diseñó durante veinte años uno de los eventos más importantes del flamenco. Juan de la Plata se convirtió en el alma mater de la Cátedra y, por ende, de la propia Fiesta de la Bulería. Ello le granjeó que una parte del mundo flamenco jerezano recelara de él: no admitían de buena manera que además de todo lo que representaba fuera el que gestionara un evento de tal calado.

En el período en que la gestionó pudimos disfrutar de grandes figuras del flamenco, aunque quizás un tanto constreñido, lo que le impidió ver que el flamenco es un arte en "movimiento perpetuo". Y ese estatismo se fue pagando con el tiempo.

Juan entendió que la Fiesta de la Bulería no debía caminar sola. En esos primeros años supo que transitar de la mano de otros eventos flamencos sería enriquecedor, programando para ello cursos y talleres. Ello complementaría a la misma Fiesta de la Bulería y serviría de escaparate. La Cátedra consiguió una proyección internacional. Prácticamente, la flamencología ya estaba poniendo en pie ese conjunto de ideas sobre las que se cimentaba.

A mediados de los 70, la Transición estimuló nuevas propuestas culturales que venían con nuevos aportes y el flamenco no estaba ajeno a ello. Si a principios de la década la figura estelar era Terremoto -una carta de Fernando decía que si quería que fuera a la Fiesta de la Bulería tenía que pagar el caché que él quería "que para eso era el que la llenaba"-, en la segunda mitad asistimos a una nueva "frontera del cante de Jerez". Se había producido un cambio político importante y la figura de Juan de la Plata se fue eclipsando. Tanto porque una buena parte de la clase política jerezana lo ninguneó y, por otra, porque Juan no supo adaptarse a los tiempos, no fue consciente de la importancia que estaban teniendo las entidades flamencas, que cada vez eran más y representaban a un conjunto de ciudadanos que podían tener otras ideas del flamenco en escena .

Cuando la Fiesta de la Bulería pasó a ser gestionada por el Ayuntamiento fue perdiendo su marco de referencia. Los cursos de flamenco languidecieron hasta extinguirse por falta de apoyos y se tuvo más en cuenta el gusto y las modas imperantes. Se incentivó la programación a través empresas privadas, lo que llevó a un modelo de propuesta escénica en grandes espacios, con duraciones maratonianas, en la que el comensalismo tuvo un especial protagonismo.

A lo largo de estos años he reflexionado mucho en torno al modelo a seguir en la Fiesta de la Bulería y, francamente, no es fácil. Conseguir montar un evento que guste a todos y que no suponga un quebranto para las ya mermadas arcas públicas es, cuanto menos, una gesta. A estas alturas, se han probado distintos modelos y no han venido dando el resultado que se esperaba, probablemente porque se ha mareado demasiado la perdiz, cambiando continuamente de formato y de propuesta escénica, confundiendo a los aficionados.

Habrá pues que recordar a las instituciones públicas que no se puede instrumentalizar la cultura. El flamenco se ha convertido en moneda de cambio en estos últimos años y, bajo la etiqueta de lo 'inmaterial', del patrimonio flamenco, los políticos se afanan en alcanzar su cuota de visibilidad. Espero y deseo que, en esta nueva edición, se den pasos seguros y positivos para estabilizar a una de las grandes fiestas del flamenco sobre la escena. ¡Feliz Cumpleaños!

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