Es cierto que una imagen vale más que mil palabras, pero las palabras también pueden contener un poder enorme, pueden llegar a ser demoledoras. Pongo el acento en esta última afirmación después de reflexionar sobre los hechos que a continuación les relato.

La Administración de Justicia en España dice que "para acordar la prisión preventiva, es necesario que existan indicios racionales de que se ha cometido un delito". La Ley de Enjuiciamiento Criminal también establece, además del riesgo de fuga, que el imputado "pueda destruir pruebas o que se crea que puede reincidir".

Pues bien, en el caso de Carles Puigdemont, el fiscal general del Estado ha presentado dos querellas contra los miembros de su gobierno por "rebelión, sedición y malversación" en la Audiencia Nacional. Además, el fiscal general pide a los jueces que llamen a declarar a los querellados, con la posible toma de medidas cautelares, "dada la gravedad de los delitos". También se advierte de que el trabajo de la Fiscalía no ha terminado y podría ampliar las querellas presentadas.

Los delitos que ve la Fiscalía están penados con hasta 30 años de cárcel, en el caso de rebelión; con un máximo de 15, para la sedición; y hasta seis, si se da una condena por malversación de fondos públicos. Sin embargo, están en Bruselas...

En el caso de Pedro Pacheco, hace tres años, la Audiencia de Cádiz no esperó el auto del Supremo y ordenó el ingreso inmediato en prisión, y envió a la policía a arrestar a quien fue alcalde de Jerez durante 24 años. El fiscal desestimó el recurso de Pacheco contra la condena "por alto riesgo de fuga" del procesado, para justificar la celeridad de actuación de la Audiencia.

Por cierto, Pacheco, con 66 años de edad, fue detenido y conducido a Puerto III, sin tener la posibilidad de recoger ropa o despedirse de su familia, y su delito fue colocar, de manera irregular, a dos asesores, por lo que lo condenaron a cuatro años de cárcel.

Mi pregunta es: ¿El ex alcalde ha amenazado la unidad de España, se ha saltado la Constitución, las órdenes de la Administración de Justicia, y las de todo un Gobierno de la nación, más que Puigdemont?

Conclusión: Si nuestros poderes públicos consideran que Pedro Pacheco es más peligroso que Carles Puigdemont, y se quedan tan anchos, ahora soy yo el que pide independencia. Pido que nos levantemos contra unos poderes públicos desiguales, injustos, y caducos; que juegan con nosotros a su antojo, que nos manejan según les viene en gana; que en función de quién seas, de qué comunidad autónoma estemos hablando y del poder que ejerzas, sacan una u otra vara de medir; por no hablar, además, de la indecente cantidad de dinero que nos cuesta mantenerlos.

¿A qué estamos esperando para unirnos en aras de mejorar nuestro país? Cojamos las riendas de la situación y plantémosle cara a unos poderes públicos que se deben a nosotros, a los contribuyentes, a los ciudadanos. Ellos son los que nos tienen que servir, y no nos sirven.

¿Vamos a seguir inmóviles y sin reaccionar? Utilicemos el arma más poderosa: la palabra. Aprovechemos la nueva era digital, y nuestra libertad de expresión, para hacer llegar nuestros mensajes, que se hagan virales. A ver si, entre todos, conseguimos que en nuestro país el interés de la ciudadanía prime, de verdad, por encima de cualquier otro interés.

Para devolvernos la confianza, primero los poderes públicos tienen que ser creíbles. De momento, sólo puedo creer en Dios, el único que nunca me ha fallado.