Insultos

No hay sistema educativo que pueda funcionar si desprotege a los docentes, pero el nuestro ha destruido su prestigio y autoridad

Hace pocos días, una profesora de un instituto público de Madrid fue detenida por haber proferido en clase graves insultos contra sus alumnos de 3º de ESO ("hijos de puta", les dijo, entre otras lindezas). Está claro que esos insultos son inadmisibles, pero lo que me extraña es que se pueda detener a una profesora por insultar a sus alumnos, cuando todos sabemos que si las cosas suceden en sentido inverso, y son los alumnos, por ejemplo, los que llaman "hija de puta" a una profesora, entonces no pasa nada y nadie pide sancionar a los alumnos o expulsarles de clase o cuando menos llamarles la atención. Repito que ningún profesor puede insultar ni humillar a sus alumnos, claro está, pero una de las anomalías más graves de nuestro sistema educativo -que dista mucho de ser un buen sistema, y ahí están los pésimos resultados académicos para demostrarlo- es que siempre se pone de lado de los padres y de los alumnos, cada vez más irrespetuosos y maleducados y caprichosos, y en cambio desprotege por completo a los docentes, a los que deja desamparados ante cualquier insulto o incluso agresión física por parte de sus alumnos (o sus padres, que a menudo son peores que los alumnos).

No hay sistema educativo que pueda funcionar si desprotege a los docentes, pero el nuestro, con la complicidad entusiasta de la izquierda -que debería ser la más interesada en defender una buena enseñanza pública-, se ha dedicado a desmantelar por completo el prestigio y la autoridad de todos los docentes. Los alumnos -y sus padres- gozan de todas las ventajas y derechos, mientras que los docentes tienen que ponerse al servicio de sus alumnos y enfrentarse a ellos -a sus insultos, a sus desprecios, a su indolencia, a su pésima educación- sin la menor autoridad o confianza por parte de la Administración. Y peor aún, desde hace unos años se considera a los docentes unos abusadores sexuales en potencia, de modo que se les exige probar su inocencia por anticipado con un certificado de antecedentes penales. ¿Hay algo más degradante para un profesor que tener que presentar un certificado de antecedentes penales para dar clase?

Todo esto demuestra la gran chapuza de nuestro sistema educativo, pero ya verán que nadie habla de Educación en los debates que atraen la atención de los millones de ciudadanos que habitan ese extraño país que llamamos España.

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