Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

La Resaca

bernardo / Palomo

¡Vaya tela, con las filípicas!

SE comentaba por las gradas de Chapín que qué hacíamos allí una tarde de Reyes. Lo que estaba pasando en el césped era para salir corriendo. Las respuestas eran de lo más sustanciosas, algunas rozaban la candidatura al Premio Filoxera. Pero cualquier cosa por exagerada que fuera tenía más sentido que el estar sentado en Chapín un domingo de Reyes, con la tarde espléndida que hacía y con lo poquísimo que hacían dos equipos a la deriva que no sabemos muy bien cuál era más malo. Como la tarde estaba dando para tan poco, los espectadores estaban en otros asuntos. Mourinho y sus cacicadas protagonizaban casi todos los comentarios. Anunciaban por megafonía que sus Majestades de Oriente, después de una larga noche de trabajo, iban a realizar el saque de honor. Uno de ellos, el pobre más cansado de lo habitual, se quedó fuera del trío. A muchos de los niños que estaban en Chapín les descubrieron que lo de la ilusión, los magos, los camellos y todo eso, era muy raro porque allí había dos hombres, sin barba y vestidos de paisano. ¡Seguro que ellos, también, pensarían que qué hacían allí! El protocolo del club estuvo, como otras veces, bastante fino; menos mal que, después, lo arreglaron con el minuto de silencio por la desgracia ocurrida en la cabalgata de Málaga.

El Huesca, sí la Unión Deportiva Huesca, no era el Ajax de Cruiff, salió al campo muy bien vestido. Pero se quedó en eso y en el punto que se llevaron a gracias a los de azul que estaban en plan Reyes Magos. Lo mejor de la tarde fue ver al señor Jorge D'Alessandro en el banquillo contrario actuando de Jorge D'Alessandro; es decir, dando insulsas lecciones teóricas, -incluso, infinidad de veces, se volvía al banquillo a explicar las jugadas- que no servían absolutamente para nada. Este buen señor, como buen argentino, es tan hablador como poco buen entrenador entrenador. Lo digo porque ha estado en muchísimos equipos -hasta en uno que yo me sé y que, ahora, por eso de su sempiterna buena suerte está arriba- y en todos, lo único que ha dejado han sido dolores de cabeza por su impenitente cantinela verborreica que sólo la entendía él, y a medias. Pero ahí estaba el señor, con abrigo, dando filípicas a unos y a otros y llevándose impunemente un puntito porque enfrente tenía una especie de equipo a la deriva, tan malo o peor que el de él.

Su ilustre colega, en el otro banquillo, no daba filípicas, no llevaba abrigo ni era argentino; pero conseguía de su equipo el mismo fútbol patético que los que vestían de cruzados. Informaba el desastroso marcador que habíamos en Chapín tres mil y pico espectadores. Yo ya no sé si éramos héroes o tontos, probablemente, tontos de nacimiento, por eso de la reciente Navidad. ¡Feliz año a todos!

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