Todo Oriente Medio parece estar cerca de caer en un abismo de consecuencias imprevisibles que puede superar el marco regional y alcanzar consecuencias globales. El inesperado ataque terrorista de Hamás en los primeros días de octubre que ha causado en torno a 1200 muertos con unos 200 rehenes, entre ellos, niños y personas mayores, ha desencadenado una reacción brutal por parte de Israel. Desde la perspectiva del derecho internacional parece claro que el Estado de Israel tiene un derecho legítimo a defenderse de acuerdo con el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas. No obstante, esta reacción debe ser proporcionada y respetuosa con las reglas del derecho internacional humanitario. Un principio clave es el respeto a la población civil y a sus infraestructuras y, por supuesto, las instalaciones sanitarias no pueden ser en ningún caso objetivos militares.

Desafortunadamente, la realidad hace dudar que el comportamiento de Israel sea respetuoso con los principios clave del derecho internacional humanitario. Es mi opinión que bajo ningún concepto está legitimado un combatiente a cortar los suministros básicos, como electricidad, combustibles y agua a la población civil y privarla del acceso a alimentos y ayuda humanitaria de emergencia, lo que, al parecer, está pasando en la actualidad en el castigado territorio de Gaza. Con todas las reservas sobre el origen del reciente ataque al hospital de Gaza que ha causado más de 200 fallecidos lo cierto es que puede ser un alarmante punto de inflexión en el conflicto e involucrar a otros actores extendiendo las consecuencias de la guerra. Sería enormemente preocupante que se involucrará la Yihad Islámica, pero mucho más preocupante sería la intervención de Hezbolá desde el sur del Líbano ya que podría implicar indirectamente a Irán en un escenario bélico mucho más complejo.

Está por ver la evolución del conflicto, pero las señales no son nada buenas. A pesar de la oposición de una importante parte de la población, Israel había entrado en una preocupante fase involutiva desactivando sus mecanismos democráticos con un Gobierno ultraconservador dedicado a consagrar su ocupación en Cisjordania, manteniendo a Gaza en un aislamiento inhumano. Por su parte, ciertos Estados árabes como Marruecos, Emiratos Árabes o Bahréin tienen también una cuota de responsabilidad en el caos de Oriente Medio al abandonar la cuestión palestina y apoyar al Gobierno de Israel. Arabia Saudita iba a ser el siguiente, pero intuyo que abandonará el proceso negociador. Es bien conocida la situación de enorme debilidad de Naciones Unidas, pero la comunidad internacional no puede permanecer indiferente ante la intolerable cifra de muertos civiles y el sufrimiento de inocentes, árabes e israelíes.

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