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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

En un juego de equipo, Cristiano no es el mejor

Al cíclope portugués le falta, entre otras cosas, alegrarse cuando un compañero hace un gol

Resulta recurrente tirar de Cristiano Ronaldo a la hora de irse a la cosa ésta del negro sobre blanco. Cada vez que recibe un premio el cíclope portugués, alguna frase deja como guinda del pastel. En esta ocasión, tras lograr su quinto Balón de Oro, no ha tenido el menor reparo en autoproclamarse el mejor futbolista de la historia. No conozco de nada al muchacho, pero tonto no es, por lo que estoy seguro de que él mismo sabe que miente.

De todas formas, hace muy requetebién autoproclamarse enfáticamente como el mejor futbolista que parió madre, algo que ni siquiera osa hacer el auténtico mejor de cuantos vieron los tiempos. Dicho lo cual, como un servidor lo ha visto todo desde aquel día en el viejo Nervión que Di Stéfano batió a Busto con un golpe franco bajo pabellón colombiano del Millonarios, me permito desmentir al ídolo madridista a la par que elogio su extraordinaria fuerza de voluntad.

Ya sé que le avala el repóquer de balones áureos que recibió, pero como tampoco da para dogma de fe la objetividad del amplísimo jurado, pues permítanme que discrepe. Di Stéfano, Puskas, Pelé, Charlton, Best, Beckenbauer, Cruyff y Maradona optaron a ese calificativo de mejor del mundo, aunque sólo la Saeta Rubia, Pelé y Maradona fueron considerados por algunos como el mejor de todos los tiempos. Y todo ello hasta llegar a ese milagro que es Lionel Messi.

Tiene un mérito indiscutible el nivel que ha logrado Cristiano, cómo no, pero son varias las virtudes que le faltan para ser el mejor de todos. Entre otras le falta alegrarse por el gol de un compañero, ya que en un juego de equipo se considera de obligado cumplimiento festejar lo que festeja el que lleva tu misma camiseta. Una virtud que sí atesora Messi, al que se ve alborozado en un trance similar al que deja impávido a Cristiano. Impávido o hasta cabreado... a veces.

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