Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

La obra del XX

El 'Guernica' es la pintura del siglo XX, por su concepción artística y por el trasfondo histórico de un siglo de guerras

Pablo Ruiz Picasso comenzó a esbozar el Guernica cuando aún no se llamaba Guernica, pudo ser Madrid, Santurce, Durango o Málaga, su ciudad natal, cuya salida hacia Almería fue bombardeada meses antes por la aviación y la marina franquista en una matanza de civiles que, probablemente, superó a la de la villa vasca. Un toro, el llanto de una mujer, un amasijo de cubos de miedo y dolor, Picasso esbozaba sin atinar con el conjunto, pero la obra ya había sido concebida. El pintor malagueño estaba conmovido por los horrores de las ciudades bombardeadas, las figuras humanas habían comenzado a deformase presas del pavor del artista. En medio de una crisis creativa, provocada posiblemente por las prisas que debía darse para colocar el mural en la inauguración del pabellón de España en la exposición de París, llegaron las crónicas escritas por George Steer en The Times: Guernica había sido bombardeada por la aviación alemana, el prólogo se estaba escribiendo en abril de 1937.

El Guernica es la pintura del siglo XX en un doble sentido. Por su concepción artística, es el paradigma del expresionismo surrealista, y por su trasfondo histórico: la joven República española asesinada en medio de una lucha de dos totalitarismos asesinos que sembrarían de muertos años después todo el continente. Pero también supuso la puntilla final a la gran mentira que Franco y Hitler urdieron para ocultar la autoría de su bombardeo. George Steer, que era un surafricano colaborador de The Times que se había instalado en Bilbao después de haber sido casi expulsado de Salamanca, viajó horas después del bombardeo a Guernica y contó lo que vio, una villa derruida e incendiada por los sucesivos pases de los aviones nazis. Alemania y Franco negaron a Steer, su propio periódico terminó dudando de él y fue Picasso quien colocó su reportaje en un pabellón, el español, que estaba flanqueado por las enormes moles del alemán y el de la URSS.

No gustó el cuadro a algunos críticos de izquierda. A diferencia de los murales mexicanos, Picasso huyó de los símbolos fáciles, eliminó un puño y una hoz que dibujó en algunos de sus esbozos y no hay referencias a la villa vasca, ni siquiera su árbol mítico. El Guernica transmite el horror, no hay mayor grito de protesta que esa madre de pezones como remaches que se lamenta como una Piedad ante la muerte del hijo. Sí están presentes, como definitorios de su personalidad y origen, el toro y el caballo, animales mediterráneos: uno observa; el otro, lleva clavada la lanza.

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