La columna

Luisa Fernanda Cuéllar

Un pajarito me contó

Esta semana, con todos los medios de comunicación hablando del terrorismo y de la cautela que camina por las aceras de Europa, he recordando al escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien decía: "Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí, un pajarito me contó que estamos hechos de historias". Y vaya si tenía razón.

Somos una amalgama de pequeñas y grandes historias que se confabulan para formar la personalidad de cada uno. No es posible imaginarnos sin tener atrás un conjunto de historias que nos han moldeado. Habrá unas mejores que otras, algunas con afiladas cuchillas, otras reconciliadoras, pero al fin y al cabo, historias.

Se podría suponer que un hombre bueno tiene a sus espaldas historias gratificantes, o por lo menos, historias que le han permitido surgir, o quizás, resurgir. Historias que de una u otra manera le han hecho dirigirse a la bondad como quien sigue la luz de un faro en medio de la tormenta.

Por ello, cuando pienso en los terroristas, me pregunto qué historias habrá detrás de cada uno. Qué mundo engañoso se habrá revelado ante sus ojos y cuántos mundos amables habrán desaparecido de sus horizontes para que hayan optado por una vía que no conduce sino a la destrucción. Cuántas soledades y cuántos vacíos existenciales, como agujeros negros en el alma, les habrán dejado en la oscuridad, sin más camino que inmolarse y causar aflicción a su alrededor.

Sin cerrar los ojos a lo que está ocurriendo, yo prefiero centrarme en la vida, en los seres humanos que han sido capaces de crear belleza, de reunir sabiduría y de lograr avances en favor de la humanidad. Creo en los jóvenes que sueñan con un futuro alentador y en los pajaritos que me cuentan que es posible la concordia en el mundo.

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