La columna

Bernardo Palomo

El verano y sus canciones

24 de julio 2013 - 01:00

¡Cómo ha cambiado todo! Cuando yo era pequeño, lo que dinamizaba los tediosos días de calor, con playas que nos parecían mucho más lejanas que ahora, era la canción del verano. Entonces, en el número uno en el escalafón de la audiencia estaba, Luis Aguilé - ¿se acuerdan del Tío Calambre? -. ¡Quiyo, no eres tú viejo! Pues sí; también, aquel conjunto al que pertenecía el humorista Josele, Los Payos, se llamaba, con su "María Isabel"; un sudamericano, llamado Palito Ortega, que cantaba sobre "una chevecha que che chubía…" o algo así; Formula V, los Diablos y, por supuesto, el ínclito y sempiterno, Georgie Dann; todos con unas letras que ni el gran Jorge Luis Borges. A este que esto les escribe, lo de la canción del verano - y del invierno - siempre le ha caído muy de lejos, seguro que por aquello de mi sordera. Por eso, lo que les llevo escrito ha sido sacado de esa enciclopedia popular, Wikipedia de otro tiempo, que se llama Antonio Rojo. Ahora, la nueva canción del verano tiene una disposición menos festiva. La de este año ha tenido varias vertientes. Desde hace unos meses, la más repetida en todas las emisoras es la que protagoniza "un pobre desgraciado" preso; canción que, a pesar del contenido, no la canta los Chichos. Esta copla estival, en las últimas semanas, ha sido desbancada por el pegadizo soniquete - oigan las radios, vean la televisión o lean los periódicos - de la moción de censura; canto complicado pero que se ha hecho tristemente popular. Claro que, para máxima popularidad, está la canción que habla del hermano de Rocío Jurado, su televisiva esposa y algo así como un toro enamorado de la luna de aparatosos aditamentos córneos para goce y disfrute de un programa televisivo de máxima audiencia. Si las letras de nuestros añorados cantantes veraniegos de antaño eran de dudosa filiación literaria; las nuevas, las que tratan sobre tan ilustres personajes, son de lo más edificante.

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