El prestigio en dos generaciones

Pep Guardiola y Arsene Wenger representan a dos generaciones diferentes de entrenadores, pero ambos tienen muchos puntos de encuentro: son ganadores, defienden las estética, tienen prestigio y son codiciados por los clubes más poderosos.

Wenger, de 60 años, es toda una institución en el Arsenal. De hecho, no se entiende la historia contemporánea del conjunto inglés sin su figura. El 30 de septiembre de 1996 se incorporó a la entidad tras una extraña aventura japonesa. Entonces era un desconocido para la hinchada londinense, pero su llegada cambió el rumbo de un equipo que en Inglaterra se había ganado una fama de perdedor. En su segunda temporada logró el doblete (Liga y Copa) con un fútbol precioso.

El técnico francés también modernizó la gestión deportiva y el Arsenal pasó a convertirse en un cazatalentos con una estructura sólida de ojeadores bajo su supervisión. Además, no mostraba pudor alguno en hacer titulares a muchachos de 16 años. Cesc Fábregas, hoy capitán y estrella del equipo con 22 años, es uno de los mejores ejemplos.

En las últimas temporadas Wenger tuvo que acostumbrarse a escuchar su nombre vinculado al de los grandes clubes. El Real Madrid intentó su contratación en varias ocasiones, pero a él le encanta vivir dentro de la organización que él mismo construyó.

Por su parte, Guardiola tiene 39 años y es la gran referencia de la nueva generación de entrenadores. Con sólo un año y medio dirigiendo al Barcelona ya tiene un historial de títulos mayor que Wenger, quien nunca ganó una Liga de Campeones. Después de ganar los seis que disputó en 2009, tampoco se le discute ninguna decisión deportiva. El catalán comparte muchas cosas con Wenger: su gusto por controlar todo lo que sucede alrededor del club, su pasión por el fútbol bien jugado, su apuesta por los más jóvenes, su conocimiento de la cantera, su carácter ganador... Por eso no es extraño que Wenger lo eligiera como uno de sus técnicos favoritos, situándolo a la altura de Ferguson y Del Bosque.