¿Alérgico a una retahíla de alimentos? ¿Intolerante a otros tantos? Comer en la Feria ya no es un problema. Muchas casetas se han hecho eco de la necesidad de estas personas y ofrecen en sus cartas la salvación. Se acabó comer en casa antes de pisar el Real o cargar con los tupper en el bolso. Es el caso de 'La Bota de Roble' , con una carta en la que se especifican los ingredientes de cada plato, identificados con diferentes colores. Que usted no puede tomar apio, pues ahí que le dicen lo que no debe consumir; que el huevo es su pesadilla, pues aquí el asunto está bajo control. Son muchas las personas que van hasta el número 81 del Real para comer sin miedos y sabiendo lo que lleva cada bocado. "Ya en cualquier restaurante o bar se exige la carta especificada, y aquí ofrecemos también esa posibilidad, que ya venimos haciendo desde el pasado año. Creo que hacemos bien porque hay muchos niños que son celiacos y que tienen algún tipo de intolerancia y los padres quieren saber qué comen sus hijos", dice María del Mar Chacón responsable de la caseta, que cuenta que algunas madres se llevan los tupper de vuelta a casa cuando ven que aquí ofrecemos esta carta tan pormenorizada. 'La Borriquita', de los mismos caseteros, Hermanos Peinado, también ofrece esta posibilidad. Y los precios son los mismos, no se incrementan.

Pero eso sí, aquí, en la Feria, lo que menos se ve son los alérgicos al jamón, y a los pinchitos del 'Pozo de la Víbora', que en los días más fuerte puede despachar hasta 1.500 de estos ensartados de carne al más rico estilo moruno. La carta no especifica aún qué tipos de ingredientes contiene cada plato, pero sí que su personal informa de manera detallada al interesado qué puede o no comer. "Tenemos freidoras diferentes para las patatas y el pescado y así tratamos de que no se mezclen las harinas", subraya Pedro Chacón, responsable desde hace 14 años. Pero atención, el próximo año ya será obligatorio tener cartas especificadas. Una alegría para el personal con este tipo de problemas con los alimentos.

En los 'Amigos del Patio', su responsable, Sergio López, cuenta que a raíz de la celiaquía de su hija, se ha solidarizado con el resto de celiacos, "y ofrezco dos cocinas, freidoras por un lado, freidoras por otro, planchas diferentes, harina especial, pan, picos..., todo. Con estas propuestas llevamos ya al menos 9 años, y viene bastante gente a propósito. Aquí, en la Feria, se puede comer de todo y disfrutar igual que los demás al mismo precio".

En la caseta del Hospital y Residencia San Juan Grande la carta también se adapta, pero en esta ocasión a sus clientes mayores, "con pescadito blandito, salmorejo, arroz a la marinera, revueltos... Y para las personas que son celiacas también ofrecemos alternativas", dice Fátima González, al frente de la caseta.

Y en la ruta está también la caseta de 'Los Mayores', "donde en calidad y precio no hay quien nos gane. Tenemos menús especiales para ellos, servicios para discapacitados... No tenemos una carta especificada pero sí les informamos cuando nos preguntan por los ingredientes", dice el responsable, Miguel Ángel González, mientras suena la orquesta y la jornada promete a golpe de tablao.

Y para más adaptación a todos, ¿qué pasa con las personas que acuden en silla de ruedas a la Feria? Son muchas las casetas que todavía no caen en la cuenta de la supresión de una serie de obstáculos. Porque hasta que a uno no le toca... Las rampas o los baños adaptados brillan por su ausencia, a no ser que se vaya a casetas especiales. "Yo me adapto a la Feria, no la Feria a mí", dice un chaval desde su silla mientras se toma un 'rebujito' ante la imposibilidad de entrar en un entoldado. A este respecto, las ordenanzas no exigen servicios especiales, depende de la solidaridad y el bolsillo del casetero. Muchos de ellos hacen sólo uso de rampas para facilitar el acceso de sillas. Sigue sin ser suficiente para conseguir una Feria para todos.