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Malvaloca: 'El silencio del objeto sonoro'

 Desde el pasado 23 de febrero se exhibe en los Baños Árabes la exposición fotográfica de Francisco Javier Ramírez ‘Cachi’, que bajo el título ‘Malvaloca’ profundiza en el mundo del flamenco. 

Esa Malvaloca pintada por García Ramos que parecía que encerraba el drama de la Violetta Valery de Verdi o de la Lola de los hermanos Machado, no es otra que la de la  obra quinteriana. 

Un personaje que se había ido construyendo con las distintas imágenes, con los distintos aportes de “lo andaluz”.

El flamenco, tan omnívoro, también ha sabido patrimonializar esa figura.

Hoy Malvaloca, representa en la obra fotográfica de Francisco Javier Ramírez,  algo más que un motivo artístico y literario, es cuando menos una excusa, un nueva percepción en la que objeto sonoro da paso al silencio, a la abstracción, de ahí  que los personajes que aparecen en cada instantánea en esta obra compositiva representen otros motivos y argumentos en  la cultura flamenca.

Cachi o Javier, según donde y cuando,  es un artista que hace de la fotografía su excusa para representar lo que no ha sido, cantaor o tocaor, lo del baile es de otra naturaleza. Su historia está llena de luz,  hijo del electricista de la Calle Nueva,   no es la del “Arco” una geografía ajena a su infancia, de la que ha sido un sutil observador y de la que guarda con celo en los desvanes de su memoria  las imágenes de aquellos flamencos anónimos que en los tabancos habitaban, esos lugares remotos de nuestra niñez. 

Sabe que el tiempo es la distancia más larga entre dos lugares, entre esos dos puntos su cosmogonía se puebla de seres arrastrando la negrura de la seguiriya, el titubeo de una soleá, el vértigo de una bulería y una gavilla de notas desgarradas de la guitarra.

Reconoce con esa discreción ruborosa que tanto le caracteriza que también se siente artista cuando carga el Prendimiento, por eso “lo flamenco” le apasiona. La fotografía le ayuda a revelarse contra las convenciones de la memoria, esas que discapacitan para imaginar y coincide con Paco de Lucía en que los mediocres copian y que los genios roban, por eso ha querido que esta exposición  tuviera, además de apariencia, su propia alma,  la de una guitarra en cada marco.

Cree en el  comportamiento físico que la imagen estimula,  esa sensación llamada sinestesia que nos evoca emociones extrasensoriales y de las que el poeta ya dio cuenta:

“En colores sonoros suspendidos, oyen los ojos, miran los oídos...”

Este conjunto compositivo de obras fotográficas es un viaje a ninguna parte, cada pieza tiene lo que tiene,  su propia identidad, y Malvaloca lo vertebra todo como argumento iniciático empujándonos a saborear la rabia en un escorzo, la mueca en un grito, la herida sonora de una guitarra, Cachi  ha querido   transcribir el  instante, donde exhala el arte ,  ese en e

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