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La crítica

La semilla del cante chiclanero

  • Rancapino Chico ofrece un recital cargado de ilusión y mostrando dotes suficientes para dedicarse al cante

 Una vez más el Festival de Jerez da la oportunidad a los jóvenes del flamenco, no en vano son muchos los que han despegado con un recital con la categoría del presenciado en la tarde de ayer en el Palacio de Villavicencio.

No fue la primera vez que Alonso Nuñez, Rancapino Chico, pisaba un escenario importante de la ciudad, ya en los Viernes Flamencos de 2012 el cantaor chiclanero se inició con un recital cargado de ilusión y mostrando dotes suficientes para dedicarse al cante. 

Ante la atenta mirada de su padre, el gran Rancapino, y de una sala abarrotada, el cantaor realizó un recital con altibajos. Sí es cierto que de casta le viene al galgo, pero aún le queda un camino demasiado largo por recorrer. El tiempo será el que pruebe la valía de Rancapino Chico, aunque ya podemos decir que lo tiene todo para triunfar. No es un portento de voz, pero con la que tiene será capaz de encandilar al público más exigente de la geografía flamenca.

Sus influencias son claras: Camarón, La Perla y algo de Caracol. Su actuación nos recordó bastante a las de su paisano Antonio Reyes, tanto en los estilos interpretados como en las letras, tonos y formas en el escenario. La voz no es la misma que la de Antonio, pero supo darle personalidad requerida a todo lo que hizo.

Abrió por soleá, una decisión acertada ya que marcó el camino por donde iría su propuesta. Agradecido por su oportunidad, fue entonando la voz con la fiel sonanta de Manuel Jero, quien adquirió protagonismo propio en algunos de los momentos de la tarde. Puso el listón muy alto con la soleá, por lo que ya esperábamos algo más de un cantaor que lleva desde su niñez cantando y obteniendo premios, pero que pocas veces se ha subido en un escenario tan especial. 

El público parecía frío, no como el guitarrista a quien se le veía emocionado al ver cómo su compañero  ligaba los tercios por alegrías. Pudo venirle bien la presencia de dos palmeros para dar calor a la tarde, dar un poco de entusiasmo al cante. Era sorprendente el parecido que había entre el Rancapino Chico y su padre. Una silueta prácticamente idéntica encima de un escenario. 

Prosiguió la tarde por tangos. Una vez más recordó el estilo de Antonio Reyes, tiró de los cantes caracoleros y se sirvió de Camarón de la Isla haciendo gala de una de sus letras más populares como la de ‘Rosa María’. 

Rancapino Chico aportaba despuntes de un duende que mantiene en su interior pero que le cuesta salir. No arriesgó demasiado, quizás los nervios limitaron sus impulsos. 

Manuel Jero, con problemas de pulsación quizás producida por la frialdad de la sala, dio paso al cantaor por fandangos. Al más estilo caracolero, alargó los tercios de un modo placentero. Se puso incluso de pie para soltar los nervios que tanto lo estaban atando.

 Rancapino Chico terminó por bulerías de la Perla. Jero, como pudo, caldeó el ambiente al más puro estilo Periquín a falta de esos palmeros tan necesarios. Al ver la grata respuesta de la gente, que incluso aplaudió por bulerías, regaló una nueva tanda de fandangos de Huelva que dejó un buen sabor de boca a los presentes enmendando los momentos más pobres que había ofrecido.

La juventud en el flamenco llega con fuerza, con entusiasmo e implicación, una generación que estudia y que se interesa por mantener el arte que los representa. Alonso Rancapino forma parte de ella, ahora el tiempo le dará o quitará protagonismo.

Guitarra

Rancapino Chico  

Cante: Rancapino Chico  Guitarra: Manuel Jero. Día: 27 de febrero. Lugar: Palacio de Villavicencio. Aforo: Lleno.

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