Baile

Un viaje por la danza de ayer y hoy

  • El Ballet Nacional de España abre el Festival rindiendo homenaje a la danza

Casi tres lustros después de aquel 'El loco', entonces bajo la dirección de José Antonio, el Ballet Nacional de España volvió a pisar las tablas de Villamarta. Lo hizo ayer con un lleno a rebosar y gran expectación entre un público que durante casi dos horas disfrutó de la danza. Sí, de la danza, porque a lo largo de las dos horas que se extendió la puesta en escena, pudimos ver pinceladas de escuela bolera, de flamenco, de danza estilizada y sobre todo mucha y buena coreografía.

Fue una noche intensa, en la que desde el escenario se derrochó muchísima información, una noche en la que además de un trato exquisito a las luces, al vestuario, a los efectos y a la música, el Ballet y cada uno de sus miembros estuvieron a la altura esperada, trabajando desde el respeto y con una formación técnica espléndida.

Ya había advertido su director, Antonio Najarro, que existiría una diferenciación, es decir, con una parte más clásica y otra más acorde a los tiempos que corren y a la visión que él mismo tiene de lo que debe ser esta institución. Evidentemente, los gustos están ahí, y a unos gustará más la estilizada y a otros la bolera o el flamenco, pero por encima de todo ello hay un concepto global que se cumple, y es acercar todo lo que es un ballet de estas características al público.

El paso por la escuela bolera fue de lo más aplaudido. Eritaña rescató a la zapatilla, los trenzados y los pasos de elevación, todo con gran colorido y viveza, y congregando encima del escenario a 14 personas. Fue el aperitivo al Zapateado de Sarasate, otra de las piezas seleccionadas por Najarro en la vuelta a Jerez. José Manuel Benítez se 'enfundó' el traje de Antonio Ruiz Soler para deleitar al público con una gran actuación, dirigida por la música en directo que ofrecían el violín de Albert Skuratov y el piano de Coni Lechner. Su manejo de la escena, sus magníficos pies y la naturalidad que desprendió en cada uno de los bises le sirvieron para ser ovacionado. Toda una lección de técnica y templanza.

Menos contundente fue la Soleá del Mantón, otro de montajes planteados. Las voces de Gabriel de la Tomasa y Saray Muñoz y el baile de Esther Jurado no terminaron de conectar con el público pese a su buen manejo del mantón. Pero ya se sabe, a veces eso no es todo. Lo cierto es que algo faltó y aquella histórica soleá que popularizó Blanca del Rey, presente junto a su hijo en el patio de butacas, quedó un tanto lejos.

La temperatura volvió a subir con el bolero de Ravel de Rafael Aguilar, otro exquisito trabajo coreográfico en el que la sincronía de todo el ballet quedó patente de principio a fin. Con un impecable Sergio Bernal, el lado más sensual se apoderó del escenario, donde llegan a coincidir hasta 23 bailarines y bailarinas en un trabajo coral extraordinario.

Y del ayer al hoy. Fue gracias a Alento, una de las aportaciones de Antonio Najarro a este ballet en la que se comprueba, de principio a fin que los tiempos han cambiado. A través de la danza estilizada y con coreografías frescas y conseguidas, el montaje discurrió a lo largo de seis números en los que el trabajo escenográfico y de iluminación queda patente. Todo sin olvidar al vestuario, donde Teresa Helbig ha logrado que las telas adquieran un papel fundamental hasta el punto de captar, por momentos, la atención del espectador.

Casi no hay pausa, todo discurre con mucha energía, es como una bofetada de agua helada con la que hay tiempo para reaccionar. Con transiciones especialmente cuidadas, la imaginación de Najarro y la música de Fernando Egozcue, imprescindible para comprender el concepto, alcanza cotas de muchísima intensidad. Eso sí, siempre con un trabajo coreográfico de primer nivel, que, como es normal, tiene sus puntos álgidos y otros menos intensos, pero convence.

Fue una noche de contraposiciones, de recuerdos, y de sacrificio, una noche que ya forma parte de la historia del Festival.

Baile

Ballet nacional Bailarines principales: Esther Jurado, Francisco Velasco. Primeros bailarines: Aloña Alonso, Inmaculada Salomón, Sergio Bernal, Eduardo Martínez. Solistas: María Fernández, Débora Martínez, Miriam Mendoza, José Manuel Benítez, Carlos Romero, Carlos Sánchez. Cuerpo de baile: Cristina Aguilera, Estela Alonso, Sara Arévalo, Pilar Arteseros, Marina Bravo, Cristina Carnero, Alba Dusmet, Alba Expósito, Patricia Fernández, María Martín, Tania Martín, Sara Nieto, Irene Tena, Vanesa Vento, Antonio Correderas, Juan Pedro Delgado, Albert Hernández, Antonio Jiménez, Álvaro Madrid, Adrián Maqueda, Álvaro Marbán, Víctor Martín, Alfredo Mérida, Pedro Ramírez, Daniel Ramos, Axel Galán. Cante: Gabriel de la Tomasa y Saray Muñoz. Guitarras: Jonathan Bermúdez y Diego Losada. Dirección: Antonio Najarro. Día: 23 de febrero. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Lleno. 

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