Las huellas del desamor

Son muchos los famosos que, al romper con sus ex, borran o camuflan los tatuajes que se hicieron por amor.

Las huellas del desamor
Las huellas del desamor
Setefilla R. Madrigal

11 de julio 2016 - 01:00

No hay gesto más romántico que tatuarse la piel con el nombre de la persona amada. Signo de entrega eterna hacia alguien que desde el primer momento se convierte en la única persona que existe sobre la faz de la tierra. Pero el amor se rompe, el desencanto de los devenires de la rutina termina apareciendo y, lo que antes era color de rosa se torna, de repente, de un tono gris oscuro, algunas veces, casi negro. Entonces ese nombre, ese símbolo que un día se pensó que quedaba perfecto sobre la piel, se vuelve un lastre. No es una historia ajena ¿verdad? El último en arrepentirse de haber tirado de agujas en su día es Johnny Deep. El actor de Piratas del Caribe es reincidente en esto de borrar los tatuajes que un día se hizo por amor. Durante su primer romance con Winona Ryder, que terminó allá por 1993, decidió acabar con la compremetedora frase 'Winona Forever'. No debió aprender la lección cuando con la llegada de su última pareja, la modelo Amber Heard, se tatuó en los nudillos la palabra Slim (delgada) apodo por el que es conocida ésta. Tras un proceso de separación en el que ella le ha acusado de malos tratos, la cosa se ha quedado en 'Scum' o escoria, para entendernos en nuestro idioma. Algo parecido le pasó a Melanie Griffith que durante años ha lucido en su brazo el ochentero corazón con el nombre de Antonio en su interior. Fue saltar la noticia del divorcio de la pareja y ya estaba pidiendo cita para que el icóno desapareciera lo antes posible de su cuerpo.

Cuando tienes tantos tatuajes como Angelina Jolie, la probabilidad de que uno de ellos sea consecuencia de una de sus ex parejas es alta. Esto es lo que le pasó con Billy Bob Thornton, nombre tatuado en su piel y que tras la separación quedó en un llamativo texto de varias líneas en su antebrazo izquierdo.

Aunque algunas veces se da el efecto contrario. Borrarse tatuajes en honor a una nueva pareja a la que le disgustan y esto, sin entrar en si es lo más correcto o no, es lo que les ha pasado a Drew Barrymore, que tras casarse con un judío decidió borrar el arte de su piel porque chocaba con los postulados de su religión. Al igual que ella, Eva Longoria, que aunque no accedió a quitárselos todos, sí que borró uno de ellos para contentar a su novio, el empresario Pepe Bastón. Lo de Miley Cyrus y Liam Hemsworth ya roza el empalagosismo extemo. La pareja se tatuó una frase que tenía continuación en el tatuaje del otro. Ella continúa luciéndolo aún hoy, pero el que es cuñado de Elsa Pataky decidió quitarse para siempre la inspiradora frase. Una mala inversión o una mala decisión fruto de las endorfinas que todos creamos cuando estamos enamorados y felices. Vistos sus recorridos, en ocasiones, solo cabría decir que bendita cirugía que permite borrar los recuerdos y volver a reinventarse.

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