Ansón: "Sólo hay un dogma: debes probar"

La gastronomía según el presidente de la Academia Española

Rafael Ansón y Josep Roca, ayer en Vinoble.  Foto: Juan Carlos Toro
Rafael Ansón y Josep Roca, ayer en Vinoble. Foto: Juan Carlos Toro
Manuel Moure

31 de mayo 2010 - 09:12

Rafael Ansón es el presidente de la Academia Española de la Gastronomía, una institución donde comparte ‘escaño’ con personalidades de la índole del conocido bodeguero Marqués de Griñón. Ayer, en el transcurso de su asistencia a la jornada inaugural de Vinoble —algo que no se debe tener especialmente en cuenta a la hora de hablar de la mayoría de edad del salón— se unió al prestigioso sumiller Josep Roca a la hora de explicar los pormenores que hacen de una buena combinación entre comida y bebida un momento único.

Lleno de esa sabiduría que reportan largos años de experiencias culinarias así como por una gran cultura, Ansón abogó ayer por que las modas no hagan del acto de comer algo distinto de lo que realmente es: “Un aporte de energías al organismo”. Para explicar algo tan simple, el presidente de los gastrónomos españoles manifestó que toda persona que tenga intención de comer con vino “ya sabe que debe comer menos pues el aporte calórico del vino se encuentra por debajo del de las grasas, aunque por encima de otros principios como las proteínas”.

Firme defensor de la buena mesa, el gastrónomo Ansón no pasó por alto los efectos beneficios del consunmo del vino: “Debemos conocernos. Si tenemos alto el colesterol debemos evitar el consumo de aquellos productos que suben los niveles. El vino —apuntó Rafael Ansón— está demsotrado que es uno de los productos que destruye el llamado colesterol malo. es, por tanto, un producto saludable”.

Acto seguido, el presidente de los gastrónomos y hermano del conocido periodista Luis María Ansón, entró en el terreno de las medidas. “Por mucho que nos guste algo, si llega a afectar a nuestra salud es mejor ponerle coto”.

En todo momento se mostró partidario de que los comensales “tengan una opinión propia y que cada cual la ponga en práctica. Un vino no tiene por qué resultar mejor unido a determinado alimento, eso dependerá siempre del paladar de cada cual”.

Confeso partidario de que el gastrónomo pruebe y acto seguido, ofrezca su opinión, recordó que “en esta vida no es aconsejable opinar de aquello que no se conoce. No se puede decir —puso como ejemplo— que París me gusta más que Madrid si no conozco Madrid. Finalmente, cuando usted conozca París podrá tener una opinión” y en tono jocoso añadió que “entonces, muy probablemente, seguirá manteniendo que le gusta mucho más París”.

“Hoy (por ayer) deberemos salir de este salón con la firme idea de que lo más importante es la libertad a la hora de elegir y de decidir. Lo que nos proponen puede ajustarse o no a nuestros deseos. En gastronomía sólo hay un dogma: hay que probar”.

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