El Cardenal Herrero y el gran actor Pizarroso
Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
Abogado, fiscal, juez, autor dramático, periodista, canónigo, obispo y, finalmente, cardenal de Valencia; Herrero participó como tal en el cónclave que eligió papa a Pío XEl Cardenal Herrero
AUNQUE, en cierto modo, fueron contemporáneos, lo más probable es que no se llegaran a conocer y que lo único que les pudiera haber unido a ambos eminentes jerezanos es su afición, su gran amor por el teatro, pues si Herrero, antes de abrazar la vida sacerdotal, escribió varias obras para el teatro, Antonio Pizarroso fue uno de los más importantes actores de la historia del teatro en España.
Una de las grandes figuras jerezanas del siglo XIX que siempre me apasionaron por su carácter enciclopédico, es la del cardenal jerezano, Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros; un hombre polifacético que pasó a la historia de España como autor dramático, primero, y tras ejercer algunos años la carrera jurídica como fiscal y como juez, llevado de la vocación por la vida sacerdotal, ingresó en 1858, en el oratorio de San Felipe Neri, de Cádiz, siendo nombrado rector del seminario gaditano, cuatro años después. Pasados otros dos, era canónigo de Jerez y dos más tarde, de Cádiz.
Nacido en Jerez, el 20 de junio de 1822, en el seno de una familia noble, descendiente por línea materna de los marqueses de Monte Olivar, Sebastián Herrero estudió humanidades y filosofía, licenciándose en Derecho y empezando a practicar la abogacía en la localidad sevillana de Morón de la Frontera; consagrándose como dramaturgo, al estrenar con gran éxito los dramas "García el calumniador" y "El conde Fernán González".
Inmerso en la vida religiosa, y dotado de una superior inteligencia, y especiales bondades, el 17 de septiembre de 1875 fue promulgado obispo de Cuenca por el papa Pío IX, siendo consagrado el 30 de noviembre del mismo año. Uno más tarde, el 18 de diciembre de 1876 es nombrado obispo de Vitoria, a cuyo cargo renuncia, en junio de 1880, debido a problemas de salud. Del 27 de marzo de 1882, y exclusivamente por un año, pasa a desempeñar el obispado de Oviedo; hasta que el 15 de marzo de 1883 empieza a ocupar, durante un largo periodo de varios años, la silla episcopal de Córdoba.
En 1888 publica una colección de "Poesías religiosas", que dedica al papa León XIII, y, diez años más tarde, este pontífice le designa como arzobispo de Valencia; siendo llamado a gozar de la púrpura cardenalicia en 1901, al asignársele el cardenalato de S. Bonifacio de Alessio. Como tal cardenal de Valencia, Sebastián Herrero, que sucedería a Angelo di Pietro, tomaría parte en el cónclave que, tras la muerte de León XIII, eligió papa a Pío X, residiendo en la capital del Turia, hasta 22 de junio de 1903, fecha de su fallecimiento; cuando contaba ochenta y un años de edad.
Los restos de Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, cardenal de Valencia, reposan en la capilla de la Purísima de la catedral valenciana. Una calle de su ciudad natal, la antigua de Bizcocheros fue rotulada con su nombre de jerezano insigne.
Antonio Pizarroso (1811-1874) pudo haber sido marino, pero su gran cultura y el ser un excelente declamador le convirtió en profesor del Conservatorio de Madrid y actor dramático; inaugurando con el célebre Julián Romea el primer Liceo de Barcelona, a los 36 años de edad.
Por su parte, Antonio Pizarroso García, nació en Jerez, el 19 de marzo de 1811, cursando sus primeros estudios en Cádiz y, se preparaba para ingresar en la Armada, cuando el fallecimiento de su padre le obligó a cambiar el rumbo de su vida. Como estudiante había demostrado excepcionales condiciones para el estudio y la lectura, pronunciando con gran corrección, por lo que era muy solicitado para declamar en festivales y actos culturales, por lo que las estrecheces familiares hicieron que se dedicara al teatro; formando parte de diversas compañías y actuando en numerosas obras de teatro. El 4 de abril de 1847, contando 36 años de edad, y trabajando como actor en el drama en tres actos "Don Fernando de Antequera" de Ventura de la Vega, junto al célebre Julián Romea, inauguraría el primer Teatro del Liceo de Barcelona.
En Madrid, Pizarroso fue profesor de declamación de aquel Conservatorio, y estuvo al frente de las clases de dicha asignatura, que organizara en 1872 el Teatro Español de la capital del reino. Más tarde volvería a realizar esta labor docente, hasta su muerte, ocurrida el 13 de abril de 1874, a los sesenta y tres años de edad.
El día de su entierro, el Teatro Español de Madrid, donde con tanto celo y maestría había ejercido de profesor de declamación, cubrió de crespones negros sus balcones; arrojando flores sobre su féretro sus alumnos y quienes habían sido, tantos años, sus compañeros de escena.
Aparte su labor docente, las excepcionales dotes artísticas de Pizarroso se pusieron de manifiesto en multitud de ocasiones, sobresaliendo como actor en la interpretación de obras como "Guzmán el Bueno", "El rigor de las desdichas" y "Venganza catalana".
Al morir este gran actor jerezano, gloria de la escena española, dejaría publicadas dos obras sobre declamación: "Reflexiones sobre el arte de la declamación"(Madrid, 1867) y "Discurso pronunciado el 1-X-1872, en la apertura de la clase de declamación, instalada en el Teatro Español" (Madrid, 1872.
A lo largo de su brillante y prolongada carrera teatral, le fueron concedidas a Pizarroso las encomiendas de las órdenes de Isabel la Católica y de Carlos III; además de la encomienda de las ordenes militares de San Fernando y del Sitio de Bilbao.
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