Europa
Lectores sin remedio
Acabo de leer ‘Europa contra Europa. 1914-1945’ de Julián Casanova. Un ensayo de referencia, breve y muy esclarecedor sobre la historia de nuestro continente en la primera mitad del siglo XX, ese periodo en el que fue el centro de dos guerras mundiales, las más terribles y sangrientas contiendas de la historia de la humanidad. El libro, como todo excelente trabajo histórico que se precie, no es solo un profundo análisis de acontecimientos, circunstancias y protagonistas, sino también un aviso implícito de que nunca podemos y debemos creernos a salvo de peligros, de que tenemos que estar en permanente alerta ante acontecimientos que se repiten y personajes que reproducen comportamientos ya conocidos en otros líderes que llevaron a Europa a su destrucción.
La debilidad de las democracias, la pujanza de las dictaduras, el apoyo del capital al poder ejercido de forma totalitaria son peligros que nos acechan y de los que nos advierte Julián Casanova en su excelente libro. Pero de entre todos los datos y conceptos que contiene y que analiza el autor, destacaría dos; el primero, la extrema violencia, la cultura de la crueldad que se manifiesta con toda su crudeza en el exterminio del enemigo. La cita de Albert Camus, en referencia a la caza desatada contra fascistas y colaboracionistas en la Francia de 1945, es en este sentido ejemplar: “Al odio de los verdugos ha respondido el odio de las víctimas. Nos ha quedado el odio… la última y más duradera victoria del hitlerismo… estas marcas vergonzosas dejadas en el corazón de aquellos mismos que lo han combatido con todas sus fuerzas”; y el segundo, el paso definitivo de trasladar la guerra de las trincheras a las ciudades, con la consecuencia de los cientos de miles de víctimas civiles; los bombardeos aliados contra las ciudades alemanas después del fin de la II GM que trató W.G. Sebald en su ‘Historia natural de la destrucción’, son los ejemplos más ilustrativos de ese odio, de la crueldad sin medida, del delirio psicópata de los que ejercen el poder. Julián Casanova aporta el siguiente dato: “Antes de 1914, los civiles muertos en las guerras eran pocos comparados con quienes las combatían.
En la Primera Guerra Mundial, las víctimas civiles mortales ya representaron un tercio del total; en la Segunda, superaron los dos tercios.” Lo mismo pasó en la terrible guerra de los Balcanes sin que nadie hiciera nada por impedirla (‘La hija del este’, magnífica novela de Clara Usón). Cuando ahora vemos las imágenes de las ciudades destruidas de Ucrania, de bloques de viviendas donde hace apenas unos meses vivían felices las familias, cuando se nos dan las cifras de víctimas civiles que ya se ha cobrado una guerra que nunca debió tener lugar, no puedo por menos que pensar que estamos ante circunstancias muy parecidas, que seguimos en manos de unos psicópatas que están dispuestos a hacernos saltar por los aires, a exterminarnos con su odio y su crueldad.
A la espera del libro oportuno
Tras ‘La España vacía’ (Turner) de Sergio del Molino, muchos lectores comenzaron a conocer la problemática de la despoblación -también el abandono de formas de vida ancestrales pero que garantizaban la permanencia de ciertas actividades económicas vitales- en nuestro país. Para ser rigurosos, lo cierto es que antes del mencionado libro ya otros escritores y escritoras habían señalado de una manera más o menos tibia este fenómeno, y no todos fueron tratados ensayísticos sino que también la literatura se hizo eco de ello. Muchos recordarán al hoy olvidado García Pavón pero que con aquellas novelas policiacas protagonizadas por el policía rural Plinio, vino a señalar el asunto décadas antes de la aparición del libro de Sergio del Molino.
Pero lo que sin duda nos demuestra ‘La España vacía’, es el poder de la escritura cuando confluyen ciertas circunstancias, para servir de correa trasmisora y denuncia de problemas que por otra parte no son nuevos, dándoles así visibilidad. Me asaltan estos pensamientos cubriendo el corto trayecto entre Vejer y Tarifa, unos pocos kilómetros donde la carretera serpentea entre suaves elevaciones buscando el mar y la vegetación prospera ajena al ídolo de la globalización y la presión turística que desde años tensionan la zona. A principios del siglo pasado escritores como el chileno Rafael Sanhueza Lizardi o los británicos A.M. Williamson y Keith Clark entre otros muchos, comenzaron a descubrir a los foráneos estos parajes que ya a finales del mencionado siglo eran objeto de preocupación cuando en escritos como ‘El paraíso está en Cádiz’ de José Bejarano, se dudaba hasta del perenne viento de Levante, esa especie de “barrera” protectora que hasta el momento parecía mantener a raya a la especulación urbanística, de ese “paraíso” como se empezó a conocer una zona costera que se podría situar entre Roche y Algeciras.
Hoy me pregunto, mientras recorro estos parajes costeros, si tendremos a ese escritor o escritora que finalmente nos regale un libro como ‘La España vacía’, un libro que dé con el tono literario y surja en el momento adecuado, para despertar conciencias sobre la silenciosa pero implacable destrucción de los últimos parajes vírgenes de la costa gaditana. Ramón Clavijo Provencio
Reseñas
El exilio interior. La vida de María Moliner
Inmaculada de la Fuente. Turner-Noema, 2019
Topé con este libro por pura casualidad y al terminar de leerlo reconozco que muchas veces los caminos que conducen a lecturas imprescindibles son también difíciles de prever. Y decimos que es un libro imprescindible de conocer por razones poderosas, entre las que no son menores la fuerza e intensidad del texto que está a la altura de una figura irrepetible y de la que conocíamos muy poco más allá de que Moliner fue la autora del ‘Diccionario de Uso del Español’. Pero había más, muchos más que decir, como nos desvela la autora que hurga con maestría y pasión por la vida de una mujer excepcional, desde sus tiempos en los que levanta como bibliotecaria una estructura modélica de bibliotecas rurales en el Levante, hasta ser represaliada tras la Guerra Civil y ser destinada a un oscuro puesto funcionarial, comenzando ahí su exilio interior, hasta finales de los años setenta donde se inicia la reivindicación de su figura con la propuesta de entrada en la RAE. R.C.P.
El ángel de Múnich
Fabiano Massimi. Alfaguara. 2020
Entre los asuntos turbios en los que se vio implicado el partido nacionalsocialista alemán (NSDAP) antes de asaltar el poder en 1933, qué duda cabe que uno de los más envueltos en el misterio es el suicidio de la sobrina del por entonces líder del partido y candidato a la cancillería, Adolf Hitler. Geli Raubal apareció muerta en 1931 con un disparo en el pecho, en su habitación del apartamento propiedad de Hitler en el nº 16 de la Prinzregentenplatz de la ciudad de Munich. De manera convincente, sustentándose en un importante corpus documental, Massimi hurga en este suceso y nos presenta una novela fascinante, valiéndose de los policías Siegfried Sauer y Mutti Foster, para intentar dar más luz a un suceso que pudo cambiar el curso de la historia. Realidad y ficción se dan la mano sin aparentes contradicciones en un libro con varias ediciones ya, lo que confirma la buena acogida por parte de los lectores. R.C.P.
Las lealtades
Delphine de Vigan. Anagrama, 2019.
Leí hace un tiempo de Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966) ‘Las horas subterráneas’, un caso de acoso laboral, y después ‘Nada se opone a la noche’, una novela inscrita en ese género de la autoficción, en la que la autora repasaba la vida de su familia. Ambas obras comparten el tono trágico y crudo de una narración que no hace concesiones al lector. Cuando hace unas semanas comencé ‘Las lealtades’ no esperaba otro tono distinto, De Vigan tampoco sorprende al lector. Théo es un niño de doce años con una familia desestructurada, que encuentra en el alcohol, a pesar de su edad, la única vía de escape de una situación cada vez más terrible, sobre todo al ver el proceso de deterioro y autodestrucción de su padre. Y en ese camino a los infiernos del alcohol arrastra a su amigo Mathis. Solo su profesora, Hélène, se interesa por este niño, una víctima más de una sociedad que ha perdido sus valores más fundamentales: la familia. J.L.R.
Las gratitudes
Delphine de Vigan. Anagrama, 2021.
…Y como si no hubiera tenido bastante con la dosis de angustia y desánimo de ‘Las lealtades’, me dispuse a leer ‘Las gratitudes’, por la simple curiosidad de si podía llegar a ser inmune a la literatura depresiva de esta escritora francesa. En esta novela corta, De Vigan nos trae otro de los temas actuales y que se está convirtiendo en una especie de corriente literaria: el alzhéimer (una magnífica novela sobre esta enfermedad: ‘Llévame a casa’ de Jesús Carrasco). La protagonista, la anciana Michka Seld, entra en una residencia cuando aún no tiene avanzado el alzhéimer, aunque progresa a pasos agigantados, sobre todo en la pérdida de las palabras. En torno a ella, están Marie, una joven a la que cuidó Michka cuando era niña, y que ahora le toca cuidar y agradecer a la anciana todo lo que hizo por ella, y Jérôme, el logopeda que trata a Michka para mejorar su dicción y que la enfermedad no avance tan rápidamente. Un relato conmovedor. J.L.R.
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