Falacias, estupideces y otras majaderías
Esto, definitivamente, es un auténtico circo. Un circo abarrotado de payasos que no hacen reír, de malabaristas, mancos, de la palabra; de funambulistas, cojos, haciéndonos creer que se pasean por una cuerda cuando lo que tienen bajo sus pies es una tabla de dos de ancho; lanzadores de cuchillos, tuertos, enviando puñales, romos, a un tablero sobre el que reposa una muñeca hinchable, en lugar de su partenaire; domadores de ratas con melena, a ver si cuelan por leones y demás pelagatos varios, múltiples y diversos. Es el mundo de los tertulianos, el oráculo mediático de la política que hoy se practica.
Era el pasado miércoles, pero podía haber sido cualquier otro día, en un programa de noticias de ‘CNN 24 horas’, discutían sobre las pesimistas previsiones que la agencia internacional de calificación de riesgos, ‘Moody’s’, había hecho públicas en relación a la economía española. Dos de las personas que estaban allí sentadas, no recuerdo sus nombres, una de ellas, una señora asidua en todos los debates ‘políticos’ de esta cadena y de Tele 5 y de, entrada en años, media melena rubia, siempre con un amago de displicente sonrisa, siempre en posesión de la razón, siempre crítica con los de siempre y, siempre, ‘comprensiva’, benevolente, partidista y tendenciosa con… los de siempre. La otra, una mujer joven, morena, con aires de superioridad bíblica, siempre con argumentos para… los de siempre, siempre con descalificaciones para los de siempre.
Estas dos sagaces periodistas, tan objetivas ellas, tan pragmáticas, ellas; tan insoportablemente pedantes… ellas; se dedicaban a matar al mensajero, práctica habitual entre todos los que forman esa familia que se ha dado en calificar como ‘los de la ceja’ –en alusión a su adoración talibana hacia el profeta que les sirve de guía: Zapatero-, arremetiendo contra ‘Moody’s’ por poner en situación pesimista el futuro, a tres meses, de la deuda soberana española, advirtiendo, además, que muy probablemente, la calificación de la misma volvería a calificarse a la baja, colocándose en un triste ‘AA’. Decían estas dos petardas que por qué había que fiarse de la agencia, que “para que intereses trabajaría”, imaginando una conspiración ‘Aznar-rajoy-masónica’ contra el fabuloso e irreprochable plan anti crisis del gabinete ‘ZarraPastroso’. Otra contertulia, tampoco sé quién era, las cayó en redondo: “No sé si saben que las agencias de calificación las contrata el propio Estado español para obtener una opinión autorizada en el mercado internacional, que sirva a los inversores como referencia a la hora de decidir en qué deuda invertir”. Las trogloditas intelectuales, callaron.
Despotricaron luego, contra la “desfachatez” de ‘Moody’s’ que, según ellas, decía que el Gobierno “tenía” que reducir sus inversiones en Educación y Sanidad. De nuevo, la otra contertulia, les aclaró que ‘Moody’s’ no obligaba a nada -¡faltaría más!-, sólo aconsejaba, según su criterio, que es lo que el Gobierno debería, repitió, “debería”, hacer, no lo que “tenía” que hacer. Las dos petardas, en su enloquecida paranoia surrealista, continuaron tratando de sostener argumentos, de fundamento imposible, para salvaguardar la ‘política’ económica de un Gabinete que, si ha hecho algo, es no hacer lo que debía, cuando debía y como debía.
Ser periodista significa decir lo que piensas, ejercer una crítica constructiva, en primer término, sobre los que ostentan la responsabilidad de gobernar; realizada desde la perspectiva de tu ideología, de tus creencias y de tu actitud vital. Otra cosa, bien distinta, es ser un pesebrero, partidista, huérfano de objetividad, parcial, rencoroso, celoso de salvaguardar tus propios intereses, aún por encima del deber de transmitir a la opinión pública, con honradez, sinceridad y sin sectarismos, la realidad a la que, por tu condición de informador, tienes acceso directo cada día.
Lo de estas elementas, no son si no falacias, estupideces y majaderías. Lo que no entiendo es cómo les llegan a pagar por ello, alguien que no sea el PSOE de Zapatero.
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