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Incendio de una casa en Cuartillos: “Cierro los ojos y veo la casa ardiendo”

Samuel y Carolina, con Liam en brazos, junto a los restos de la que hasta hace pocos días fue su casa.

Samuel y Carolina, con Liam en brazos, junto a los restos de la que hasta hace pocos días fue su casa. / Manuel Aranda

Carolina tiene en brazos a Liam y a su lado, en silencio y con gesto serio, está su pareja Samuel. Este martes 6 de junio ambos deberían estar celebrando su aniversario junto su precioso bebé de apenas dos meses. Sin embargo, no están para fiestas.

Él apenas es capaz de contar lo que pasó la mañana del pasado 26 de mayo cuando decidió ir a Trebujena a hacer unas gestiones mientras Carolina y Liam se quedaban en su casa de Cuartillos. Era la primera vez, en los poco más de cuarenta días que tenía el bebé, que Samuel se separaba de él y de su madre.

Tras una larga noche entre tomas y cambios de pañales, la joven de 29 años había decidido quedarse un ratito más en la cama para “dar una cabezadita”. Lo intentó pero no pudo caer en un sueño profundo por los constantes quejidos de su bebé. Unos ruiditos quizás muy molestos para una madre falta de sueño pero que aquella mañana le salvaron la vida a ambos.

“Empecé a escuchar la electricidad yendo de un lado a otro y chispas... Desde mi cama se veía el cuadro de la luz y cuando abrí los ojos vi un boquete en la puerta del cuadro de la luz. Se estaba derritiendo y por ahí veía las llamas. Automáticamente me di cuenta de que estaba ardiendo”. Carolina lo cuenta con total naturalidad porque, como reconoce, sigue “en shock” y aún habla del incendio como si la casa que se ha calcinado por completo no fuese la suya.

“Yo estaba en bragas y sujetador, atiné a ponerme los zapatos y a cogerle a él. Me fui para salir por la puerta principal pero la llave estaba echada. Aunque estaban colgadas, no caí en ese momento y cada vez veía que había más fuego... así que salí corriendo por la puerta trasera que tenía las llaves puestas”, detalla, mientras Samuel continúa a su lado sujetando una gasa del bebé pero con la mirada perdida, sabiendo todo lo que podía haber ocurrido si su mujer no se hubiese despertado.

Tras dejarle el pequeño a su cuñada, que vive justo detrás de la que era su casa, “volví para ver si podía hacer algo pero cuando llegué las llamas habían subido, habían cogido el techo y las cortinas estaban ardiendo”.

No le importó y se paró junto al tendedero que había fuera de la casa para coger un pantalón con el que vestirse: “No era consciente de lo que estaba pasando, me puse a elegir camiseta y entonces reaccioné y volví a salir corriendo al darme cuenta de que el fuego estaba muy avanzado”. “Iba a intentar apagar algo pero pensé que mi niño no se podía quedar sin madre y llamé a los bomberos”, recuerda.

“Llamé a los bomberos a 31 y a 37 estaban ya aquí pero esos seis minutos se nos hicieron eternos a mi cuñada y a mí. El chiquitito estaba dormido, no se enteró de nada, pero en cuestión de dos minutos la casa estaba quemada entera”, explica, reconociendo que algunos vecinos se acercaron a intentar ayudar pero era imposible, la casa de madera ardió en tiempo récord “posiblemente por una subida de tensión”.

"Los seis minutos que tardaron los bomberos se nos hicieron eternos"

Mientras tanto, Samuel estaba ajeno a todo lo que estaba ocurriendo porque Carolina temía que, si le decía lo que estaba pasando, “viniera a mil por la carretera y le pasara algo”. Por eso ella se limitó a decirle que había un incendio en casa y que había llamado a los bomberos. “Yo pensé que era menos”, reconoce él, muy escueto en explicaciones.

“Cuando ya llegó y vio lo que había aquí y ya nos vio se hartó de llorar... No se creía que era para tanto porque tampoco se lo quise decir por teléfono”, asegura la joven.

Ambos habían perdido en apenas unos minutos la casa en la que vivían desde el pasado verano y, aunque afortunadamente pueden contarlo, reconocen que es muy duro comprobar que han perdido todas sus pertenencias. “Tengo el olor aquí metido”, apunta Carolina señalando su nariz.

“Lo peor”, sin embargo, no son las pérdidas materiales que han sufrido sino “las pesadillas por la noche. Ya no es lo que pasó, es lo que podía haber pasado. A mí eso… uff. Ahora pensando en una nueva casa quiero dos puertas sí o sí, las llaves siempre puestas… que si me vuelve a pasar, pueda escapar otra vez”.

Sobre todo porque, tras el incendio, volvió a la casa “y cuando entré y vi el cuarto del niño quemadito entero y en mi cuarto el canapé igual yo pensé que podía haber estado ahí si no hubiese salido…”. “Y menos mal que él no estaba. Siempre digo que todo pasa por algo y a mí me cogió sola porque él no tenía que estar, si hubiera estado habría intentado hacer algo y ahí no se podía hacer nada”, asegura, señalando a Samuel.

Aun así, insiste en que las pesadillas son inevitables: “Él a mitad de la noche se despierta llorando y nos mira. Y yo es que cierro los ojos y se me vienen los recuerdos o pensamientos y, ufff, es que veo la casa ardiendo”.

Una segunda oportunidad

A pesar de todo, Carolina asegura que esta mala experiencia le ha permitido ver la vida de otra forma: “Había perdido la fe en las personas porque estamos en un momento en el que nadie te ayuda, todo el mundo pasamos de todo el mundo, pasas por el lado de alguien y ni te saluda. Pero con esto que ha pasado te das cuenta de la buena gente que hay y de que sigue habiendo solidaridad, que la humanidad está ahí y que todo el mundo tiene su pedacito de corazón en el momento en el que se enteran de algo”.

Los primeros que le han demostrado que no están solos han sido sus familiares más cercanos, que les han ayudado desde el primer momento. Ahora mismo, de hecho, viven en casa de la madre de Carolina. “Ella se ha ido a vivir con mi tía para dejarnos un poco de tranquilidad, sobre todo porque el bebé lo necesita en medio del caos que tenemos ahora”, apunta.

Especial mención hacen de la ayuda recibida por parte de sus vecinos de Cuartillo y de su Hermandad del Nazareno, que el pasado fin de semana celebró una caracolá cuyos beneficios fueron íntegros para esta joven pareja. “Nos han dejado sin palabras”, asegura Carolina.

Igualmente, vecinos de San José del Valle (pueblo natal de Samuel), Jerez, La Barca y Palma de Mallorca, entre otras poblaciones, se han volcado y siguen haciéndolo con esta familia, que también ha recibido el respaldo de Bioreciclaje de Cádiz, donde trabajan ambos.

“Hay cosas que no recordamos y nos la tienen que recordar nuestros familiares. Los primeros días nosotros estábamos aquí y llegaba la gente con bolsas de ropa para los tres, comida… yo no me acuerdo. Estábamos en el porche y había 40 personas aquí fuera y yo decía ‘esto qué es’”, rememora la joven.

Son muchas las empresas que en estos días les están haciendo llegar todo lo necesario para poder recuperar su vida: Briole, Granitos de Arena, Carnicería José María, Covirán y la farmacia de Cuartillos, Alma Bebé, Pinturas Corman, Descansolandia… un listado que cada día va creciendo tal como ellos anuncian en el Facebook ‘Colaboración Vecina Cuartillos’, donde van detallando un poco de su día a día. Además, también tienen un número de cuenta para aquellos que quieran colaborar económicamente: ES43 0182 3243 4902 0162 4249. Entidad bancaria BBVA. Incluso, muchas personas se han ofrecido para ayudar personalmente en la reconstrucción de la vivienda: electricistas, pintores, albañiles… “Nos han dicho que los avisemos y vendrán a echarnos una mano”, explica Carolina, asegurando que “la palabra gracias se queda corta para todo lo que están haciendo por nosotros”.

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