Jerez

Juego off-line para un público desconectado

  • Los salones recreativos de Jerez desaparecen producto de la crisis y la progresiva subida de tasas

Internet y las nuevas tecnologías se están convirtiendo en una 'apuesta segura' en lo que a relanzar la economía del país se refiere. Pero lo que se conoce como juego online no supone apenas competencia para los que dirigen los salones recreativos, salones de juego o el bingo de la ciudad. El juego ha bajado y se debe, más que a la oferta en la red, a la grave crisis que arrastra consecuencias hasta en este mundo. Los bares jerezanos tienen particularmente la famosa máquina tragaperras. Pero su existencia está llegando a su fin. Las tasas que hay que pagar por cada una de ellas, que alcanza los mil euros cada trimestre, no está al alcance de todos los restaurantes. Estas máquinas, individuales y que se pueden contar con una mano, aparecen en la calle como puro entretenimiento sin mayor fin que el que se utilicen de vez en cuando.

Pero los salones han llegado a su fin. Un ejemplo es Javier J. N., un jerezano que prefiere quedarse en el anonimato y que mantiene como puede lo que se consideraba hace años un salón recreativo de calidad. En estos momentos sólo dispone de una máquina "en una ciudad donde la gente no juega ni tiene dinero para comer". Explica que el desempleo ha reducido enormemente sus ingresos recaudados con el juego y que poco a poco ha despedido a un total de cinco empleados. Se encuentra sólo pidiendo ayudas familiares para seguir con el negocio. Advierte que las tasas que impone el Ayuntamiento en este ámbito son muy elevadas y no ayudan a la supervivencia. Por otra parte, hace referencia al que no es su competidor, debido a su situación actual, pero que se convierte en el "reflejo de un entretenimiento hundido". Además "van a aprobar las tragaperras online y van a hacer mucho daño a personas con pocos recursos. El dinero en la calle está totalmente perdido".

Este dinero del juego ha desaparecido de centros comerciales y salones de juegos. Pero donde sí ha decidido quedarse ha sido en el único bingo que sobrevive en la ciudad, el situado en Pío XII. Con un 50 % menos de ingresos económicos, y con la demanda ciudadana disminuida en comparación con otros años, el bingo se erige como un pilar del juego off-line. Víctor Martínez es el primer Jefe de Sala de este centro lúdico que considera al juego online de otro periodo. La edad media de los ciudadanos que van al bingo en sus diferentes facciones de ruleta, tragaperras o la jugada al puro bingo; evitan los ordenadores y se rodean del ambiente que ofrece la sala acompañando la estancia con los servicios que este presta. Al igual que los centros públicos, el bingo privado empresarialmente responde a tasas por sus actividades lúdicas. Por lo que se han notado las subidas de tasas del 2006 y 2011. Víctor recuerda 2005 como 'un buen año' frente a lo que tenía que llegar. La crisis marcó al juego con el consiguiente cierre del bingo situado en El Mamelón. Este último poseía una demanda elevada pero menor que el de Pío XII, pero su cierre eliminó repentinamente del mapa a todo ese público que jugaba bajo su techo. Víctor recibe en la sala a un grupo menor del público que ya tenía antes del cierre del otro centro, pero los premios siguen elevados pasando de los 400 euros a los mil, en días especiales. Como es habitual, la apuesta y aumento leve de los juegos se relacionan con los días en que las subvenciones de los pensionistas y jubilados se reparten: los 10 de cada mes y 25. Los mayores aprovechan para entretenerse un poco llenando las salas del bingo todos los días del año. En los meses de noviembre y diciembre se percibe un aumento considerado, en comparación con el resto del año, debido a las festividades navideñas. Pero el bingo posee un público de edad elevada todos los días del año, y una variación los fines de semana con ciudadanos de edad media y grupos de jóvenes interesados.

En general, el jerezano de a pie se muestra desconectado a una forma de entretenimiento dentro de las cuatro paredes de su casa. El juego se deja en los bares para contadas ocasiones, optando más por la opción de los salones privados que llaman al público con ofertas y ganchos como precios baratos de consumiciones. Todo sea por llamar la atención.

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