Libros entrañables
Un gran favor que se hace cuando se quiere animar a leer, es poner en manos de los lectores y lectores un libro que le sea grato con una buena y cuidada edición, que le cuente una historia que le emocione, unas ilustraciones que le estimulen y un texto que le sea asequible, un contexto del que pueda sentirse partícipe (no tiene que ser por proximidad si el puente a la fantasía está bien construido),… en fin, un libro entrañable.
La lectura de ese libro va a ser recordada por mucho tiempo, por no decir siempre, y será un referente del placer que sintió leyendo. En consecuencia, su propio recuerdo, la evocación de la lectura lo pondrá de nuevo en situación animada para seguir su experiencia de lector.
¿En qué consiste, pues, una buena animación a la lectura? En colocar en medio del camino de los potenciales lectores unas especiales "baldosas amarillas": libros entrañables.
Y aquí los álbumes ilustrados tienen un gran papel, porque si en el camino aparece una baldosa rota que nos hace perder el equilibrio y casi caernos del hábito lector (porque libros malos también los hay), una baldosa ancha, espaciosa y segura puede suponerla un buen álbum ilustrado. Que sea a su vez entrañable.
Podemos fiarnos de algunas editoriales en general y de algunos títulos en particular de otras pero, eso sí, en ambos casos cuidando que no proyectemos nuestros intereses personales sino que realmente va a ser también entrañables para esos a quienes vamos a ponérselos por delante. Por ejemplo, "¡Sálvate Elías!", de Brami y Jeunet (en Kalandraka), nos resultará entrañable a los adultos, por su denuncia del acoso a los judíos por parte de los nazis, o "El libro triste", de Rosen y Blake (en Serres), por la reivindicación de la tristeza como un estado al que tenemos derecho. Pero no son para los pequeños.
Será fácil si buscamos esas historias en las que tras algún problema, aventura, viaje,… dos de los personajes terminan felices y abrazados, como en Blancanieves con sus enanitos, Hansel y Gretel con sus padres o Pinocho con Gepeto. Difícilmente se nos van a olvidar estos momentos, afortunadamente.
Pongamos unos ejemplos de álbumes entrañables: "Adivina cuánto te quiero", de McBratney y Jeram (en Kókinos); "Este monstruo me suena" de Keselman y Urberuaga (en La Galera); "Donde brillan las chalupas", de Moost y Bücker, (en Lóguez); "Siempre te querré", de Debi Gliori (en Timun Mas); "Dos lobos blancos", de Ventura y Novoa (en Edelvives); "Perdido y encontrado", de Oliver Jeffers (en Fondo de Cultura Económica);… y tantísimos otros.
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