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Tierra de nadie

Llora por mí, Venezuela

Algo rechina en las conciencias limpias cuando cortan alas a la libertad. La condición sagrada, insustituible, inalienable, la más humana y por ello, la más frágil, pero también la más hermosa, deseada y gozosa: libertad.

Llora por ella, Venezuela, por la libertad que te arrebataron a golpes bolivarianos, que hacen removerse los restos del Libertador en su tumba, con muertos venezolanos, que se entierran con sentimientos, corazones y vidas de tantos inocentes ciudadanos. Son éstos, tiempos aciagos para ti, Venezuela, tiempos de "fiesta" lúgubre y macabra, como la que durante 31 años montó el dictador Rafael Trujillo, alias "El Chivo" -que Vargas Llosa describió, magistral, en una de sus irrepetibles novelas-, que condenó durante su tiranía a la República Dominicana a las tinieblas, o como las de otros tantos déspotas absolutistas que a lo largo de la Historia han impuesto su ego y engordado su avaricia sobre los cadáveres de sus conciudadanos y su libertad robada.

Hoy, el "chivo" de Venezuela se llama Maduro, treinta arrobas de incultura metidas en un tonel de pura desfachatez, un auténtico zoquete, un trágico payaso, falso y cruel, un esperpento político, una verdadera desgracia para un pueblo grande con una tierra hermosa, una Historia palpitante y un futuro apasionante… cuando el déspota opresor y sus huestes caigan al agujero oscuro del que nunca debieron salir, claro. Allí, muy por debajo de las alcantarillas por las que circulan los deshechos entre los que se pueden sentir a gusto, allí está su lugar, entre excrementos y ratas.

El tirano ya ha asesinado a 39 personas -he tenido que subir dos veces el número mientras escribía el artículo- y malherido a más de 700, por el solo hecho de manifestar su descontento y oponerse al golpe de Estado protagonizado por el propio pendejo de Maduro y sus generales avariciosos. El dictador mantiene presos políticos, encarcela a todo opositor que no piense como él y lo diga, cierra emisoras hostiles de radio y TV, expropia negocios y empresas, clausura la Asamblea Nacional cuando le place, dicta las sentencias al Tribunal Supremo, incumple la Ley, se salta la Constitución, insulta, amenaza y apalea a los familiares de los represaliados por su régimen… un desastre que el "chivo" venezolano no va a parar hasta que lo paren a él. ¡Ya!

No, no va a parar hasta que ese miserable, ex conductor de autobuses, iguale al menos los 13.000 millones de dólares USA que la familia del difunto Chávez robó a Venezuela y se llevó a Suiza; no va a parar hasta que sus generales, corruptos y asesinos, acaben con buena parte de las reservas de oro -ellos la explotan en exclusiva- que el río Orinoco guarda en su inmensa cuenca -¡y hay mucho!-; no va a parar hasta que todas las sanguijuelas que se visten de colorado -el partido chavista-, los palmeros y pelotas que loan sus estupideces, los trepas que chupan la sangre del pueblo y toda la morralla de vividores y advenedizos que le rodean, hayan acabado con el petróleo (Venezuela está entre los tres primeras reservas mundiales), el gas natural (7ª reserva del mundo), el oro y los diamantes (10% de las reservas mundiales), el titanio y el coltán, entre otros ¿Cómo pueden ustedes, ni nadie, creer que el pueblo, la ciudadanía, de un país tan inmensamente rico, con semejante cantidad y calidad de recursos naturales pueda estar como está, por debajo de los niveles más bajos de la miseria?, la respuesta es obvia: "el chivo" Maduro y su banda de rateros criminales.

Ante esta gravísima e insostenible situación, la condena es unánime -de todos, menos de "Podemos"-, el aislamiento por parte de mayoría de los gobiernos, organismos mundiales, asociaciones internacionales y partidos políticos de cualquier signo o ideología -de todos, menos de "Podemos"-, crece cada día. Pero hace falta más, hay que apretar las tuercas a esos desalmados hasta que no puedan ni respirar, hay que cercarlos y acosarlos sin pausa, hasta obligarles a respetar su propia Constitución y devolver la libertad a Venezuela, lejos de sus garras. Luego, cuando hayan caído, todos al banquillo, a responder y cargar con las consecuencias de la miseria que han provocado y de las barbaridades que han cometido. Será entonces, que el llanto sea cosa sólo de ellos, cuando dejará de llorar Venezuela.

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