Mar revuelta

A mar revuelta ganancia de pescadores. Amén.

La revuelta es la que separa España de Marruecos en estos días en los que los al auitas están apretando las tuercas al máximo para firmar un acuerdo que les beneficie y España está aguantando el tirón como puede porque los dos partidos se están jugando un premio gordo: Andalucía.

Este pensamiento aunque parezca enrevesado tiene ciertos aciertos. La Comunidad Autónoma celebra sus elecciones en marzo y ningún político que se precie puede transmitir a los electores que le importan más los intereses marroquíes que los españoles. Por esta razón y según se puede interpretar de las últimas declaraciones de los eurodiputados del PP, Esther Herranz y Gabriel Mato, la consejera ha corrido presta a Bruselas -a pesar de que su grupo se ha llevado cierto tiempo defendiendo el acuerdo a capa y espada- a decir que la hermandad con Marruecos es importante pero los andaluces lo son más.

Jijijiji ¿los andaluces o sus votos?

Sin perder de vista este planteamiento, lo esencial es que gracias a las elecciones el mar está revuelto y ojalá sea en beneficio de los camperos y de los pescadores andaluces. Ojalá las urnas impidan que una vez más estos hombres y mujeres salgan perjudicados por acuerdos que se cierran en los despachos. Con suerte, la coyuntura electoral une fuerzas y se rubrica un documento equilibrado que no deje a los productores españoles con el culo al aire.

Es estupendo tener a Marruecos de amigos pero "tu en tu casa y yo en la mía". El amigo no hace tanta gracia cuando pasa las fronteras con una cesta llena de productos que no cumplen el rosario de requisitos que impone Europa y encima viene con un precio menor. Que se lo digan a los floricultores de Chipiona, que se lo digan a los productores de hortícolas de Almería, que se lo digan…

Benditas elecciones que consiguen lo imposible. Qué triste.