Mobbing: el acoso laboral o las entrañas de un mito

Orientaciones y estrategias de psicología

En 1604 William Shakespeare estrenaba una de sus tragedias más emblemáticas, "Otelo", reflejando para la posteridad el retrato psicológico de un personaje que hoy día bien pudiera campar a sus anchas por muchos entornos profesionales

Nuestro "Yago" actual podría responder, sin la carga de lirismo del personaje shakesperiano, a un perfil psicológico perverso.
Juan Antonio Bellido / Jerez

13 de mayo 2008 - 01:00

Yago, uno de los alféreces de Otelo, guarda hacia éste un resentimiento que bordea lo patológico. La causa, un ascenso en su carrera militar no concedido por Otelo. Representa este oscuro personaje, Yago, el odio más ruin, combinado con la hipocresía, que mantiene engañado a todos los que le rodean sin que éstos atisben a imaginar las oscuras intenciones de su atormentado espíritu.

Yago termina, a lo largo de la tragedia, arruinando la vida de un hombre sensato y seguro de sí mismo (Otelo) que, a medida que va sucumbiendo a las mentiras de Yago sobre la supuesta infidelidad de su esposa, Desdémona, se convierte en un ser celoso, violento y profundamente dominado por la inseguridad.

Nuestro "Yago" actual podría responder, sin la carga de lirismo del personaje shakespeariano, a un perfil psicológico perverso, incapaz de experimentar sentimientos auténticos de tristeza, duelo o afecto, insensible y desprovisto de empatía, envidioso y -la mayoría de las veces- megalómano/a.

Lejos de ser personas fuertes, carecen de la energía íntima que poseen sus víctimas, presentando un arraigado sentimiento de inferioridad que ocultan con suma habilidad. No sólo son incapaces de plantearse proyectos vitales o profesionales (lo que ocultan con sutiles estrategias dilatorias) sino que sienten auténtico pánico a la hora de iniciar cualquier actividad de manera individual, por lo que se suelen rodear de una corte de acólitos que, sistemáticamente manipulados, constituyen la particular "corte de los milagros" que pulula -cual vampiros sedientos de sangre- por muchos entornos laborales y profesionales.

Los acosadores "profesionales" pueden ser descritos frecuentemente como seductores y brillantes, pero no hay que dejarse engañar, sólo es la cáscara de un fruto podrido. Mimetizan sin complejos los comportamientos brillantes de otros y, con objeto de no dejar huellas tangibles de su mediocridad, se ceban en la víctima elegida para intentar aniquilarla completamente.

Son depredadores sin verdadero sentido del humor, que intentan encubrir sus propias deficiencias acosando y atacando a otros. Como difícilmente podría ser de otra manera, dado su carácter cobarde, rara vez actúan ante los focos, ya que prefieren moverse sigilosamente entre las bambalinas.

Por otra parte, la víctima de estos personajes absolutamente perversos ("asesinos silenciosos", se les ha llamado en la literatura psicológica) no consigue disminuir la intensidad de sus ataques plegándose ante éstos. Todo lo contrario; con ello exacerban y provocan la agresividad latente del acosador, que no queda satisfecho (como todo parásito que se precie) hasta que no ha "chupado" toda la energía vital que sus víctimas poseían.

Con el objetivo estratégico de sonsacar una reacción explosiva en la víctima (que justificaría, ante ellos mismos y los demás, sus ataques) la provocan sistemática y metódicamente. Su pretensión no es otra que sacar de quicio al acosado y desestabilizarlo emocionalmente. Todo ello, junto al aislamiento que provocan en el entorno social y profesional de la víctima, genera un "chivo expiatorio", despojo psicológico, en el que cebarse para obtener satisfacción a sus más bajos e infames instintos destructivos.

En la mayoría de los casos, el calvario personal por el que pasan las víctimas se puede contar por bajas laborales, depresiones, trastornos de ansiedad y enfermedades directamente provocadas por la respuesta desesperada de un organismo vivo al borde del colapso.

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