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Salvador Pineda, absuelto de una falta de coacciones

Una trabajadora del Ayuntamiento de La Barca lo acusó de haberla zarandeado

Jorge Miró

20 de enero 2011 - 05:00

Salvador Pineda ha sido absuelto de la falta de coacciones por la que había sido denunciado por una trabajadora del Ayuntamiento de la Barca. Como se recordará, el pasado 7 de enero, esta trabajadora, Purificación A.P., interpuso una denuncia contra Pineda, al que acusaba de haberla zarandeado tras una discusión que mantuvieron el día 5 por la tarde, después de que por la mañana la denunciante, junto con otros compañeros del consistorio barqueño, protagonizaran una concentración delante de la vivienda de la delegada de Medio Rural, a la sazón esposa de Salvador Pineda, por los impagos que estaban sufriendo.

Durante el juicio, celebrado el 11 de enero en el Juzgado de Instrucción número 4, la denunciante afirmó que Pineda se dirigió hacia ella en tono amenazante, diciéndole mentirosa y cogiéndola por el brazo, soltándola después de que se lo requiriese en tres ocasiones, algo que negó Pineda, afirmando que su conversación discurrió con total normalidad y que no pudo haberla agarrado debido a que entre ellos había dos metros de distancia.

Los dos testigos que declararon durante el juicio, entre ellos el alcalde de La Barca, Roque Valenzuela, tampoco esclarecieron si verdaderamente Salvador Pineda llegó a agarrar o no a Purificación.

Así, tal y como se esperaba a la vista de cómo se desarrolló la vista, el juez lo ha absuelto al considerar que no es posible apreciar la existencia de pruebas de cargo suficientes para desvirtuar el principio de presunción de inocencia. Según reza en la sentencia, “respecto de esta presunta infracción se ha desarrollado en el acto de la vista una actividad probatoria reducida al testimonio inconciliable que ambas partes aportan y que además no viene corroborado por ningún otro elemento de prueba de carácter objetivo que contribuya a proporcionar consistencia a una de las dos versiones”, además de indicar que “los testigos propuestos no han esclarecido ni probado los hechos denunciados”. La controversia que arrojaron las versiones de denunciante y denunciado también ha pesado a la hora de dictarse sentencia absolutoria.

Ya en el juicio, el propio Salvador Pineda afirmó sentirse “un chivo expiatorio” y “una víctima de la campaña política”.

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