Jerez

Superar la adversidad: ser resiliente

  • Muchos de los estudios de distintos equipos de investigación han demostrado que la intervención psicológica es más efectiva cuánto más inmediatamente se aplique

 EL afrontamiento de la adversidad es una de las funciones primordiales de nuestro sistema emocional. La tristeza puede ser una forma efectiva de conseguir apoyo emocional para ayudarnos a superar cualquier circunstancia difícil de nuestra vida como la pérdida del empleo, la muerte de un ser querido, alguna enfermedad grave, un divorcio no deseado o las dificultades económicas. Estas circunstancias han llevado a algunas personas incluso al suicidio o a vivir durante el resto de ella deprimidos, sin ilusión y renunciando a luchar por nada. En  palabras de muchos de ellos, “la vida ya nunca va a ser la misma, es imposible volver a ser feliz, no podré volver a querer a nadie igual”. Parece obvia, entonces, la contribución del afrontamiento exitoso de la adversidad a nuestro nivel de felicidad. Es más, el uso de estrategias adecuadas constituye un requisito indispensable para conseguir unos mínimos niveles de felicidad o satisfacción con nuestra vida.

Sin embargo, son muchas las personas que ante dificultades semejantes, tras un periodo de adaptación consiguen reponerse,  consiguiendo una vida satisfactoria, tan satisfactoria como la de cualquier otra persona que no haya vivido tragedias semejantes.

Todas estas personas que superan la adversidad con relativa facilidad reconocen poner en marcha un gran número de recursos para conseguirlo. Esta podría ser su principal virtud, la clave de la superación, saber que pueden hacer algo por superar lo sucedido. De hecho, muchos de los estudios realizados por distintos equipos de investigación han demostrado que la intervención psicológica es más efectiva cuánto más inmediatamente se aplique una vez sucedido el acontecimiento. Algunos estudios serios sobre víctimas de atentados terroristas en España, concluían que aquellas que aceptaban el tratamiento psicológico no desarrollaban sintomatología traumática pasado un tiempo o lo hacían de forma mucho menor que aquellos que prefirieron renunciar al tratamiento psicológico después del atentado.

Por tanto la capacidad para buscar apoyo emocional, no sólo en el ámbito profesional, sino también en el ámbito familiar o social, es uno de los rasgos que caracterizan a estas personas. Las emociones no deben ser evitadas en los primeros momentos, de hecho, expresar fácilmente las emociones multiplica la posibilidad de conseguir apoyo y alivio.

El estilo atribucional es el rasgo o tendencia de las personas a asumir responsabilidad sobre los acontecimientos que suceden en su vida o en su entorno. Algunas personas tienden a buscar responsabilidad en ellos mismos y otras entienden que algunos acontecimientos violentos o traumáticos no dependen de ellos mismos, lo que les permite superar con mayor facilidad lo ocurrido. Cuando aparece la pregunta “¿por qué a mí?”, algunas personas tienen la necesidad irresoluble de buscar una respuesta que les satisfaga, iniciándose así un proceso que va a mantener indefinidamente sus procesos dolorosos. Es esta una pregunta que, para muchos, no tiene respuesta y por ello la eluden más rápidamente, lo que les permite volver a afrontar gradualmente el futuro.

El grado o intensidad en el que un acontecimiento es traumático no siempre se corresponde con la sintomatología emocional que puede aparecer, ya que personas víctimas de los mismos acontecimientos o de  acontecimientos muy similares reaccionan de forma muy distinta. 

Entendemos entonces que la valoración de cada individuo hace sobre sus circunstancias determina la respuesta a la tragedia. Recordamos una entrevista publicada en alguna revista de ámbito nacional en la que un conocido y prestigiosos psiquiatra reconocía haber sufrido más con su divorcio que con la muerte accidental de uno de sus hijos. Él lo relacionaba con la ruptura de sus expectativas de vida, algo que acaba con nuestros objetivos vitales puede ser más doloroso que algo que no destruye nuestras expectativas de futuro. En su caso, este famoso psiquiatra, tenía expectativas de vivir el resto de su vida con su esposa, mientras que tenía claro que su hijo hubiera hecho su vida de forma independiente e incluso, parece que muy probablemente, en otro país.

Se le atribuye a Aristóteles, el célebre filósofo griego nacido en el año 384 antes de Cristo, la cita que dice: “Ninguna tempestad puede por sí misma acabar con un ser humano, sólo el significado que éste de a la tempestad podrá acabar con él”. Es por ello que desde la antigüedad el sentido del humor o la capacidad de relativizar, quitando gravedad a la tragedia, han sido recursos útiles para superar la adversidad. Esta capacidad de relativizar o de usar el sentido del humor han sido rasgos evidenciados igualmente en las personas que afrontan mejor la tragedia.

Insistimos, las emociones son necesarias porque nos ayudan a superar situaciones de extrema dureza, pero siempre para permitirnos seguir viviendo, sin que interfieran en nuestra vida personal, social, familiar o laboral. Enseñar a los menores a utilizar sus recursos de afrontamiento es una de las mejores inversiones para evitar que en la edad adulta sufran por encima de lo que la vida obliga a sufrir. 

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