Aarón Fernández del Olmo en Jerez: "El calvario que pasa un niño sin ayuda en la etapa escolar deja huella de adulto"

El neuropsicólogo participará este fin de semana, junto a Iban Onandia, en las Jornadas Infantojuvenil del Centro Luria

Jerez acogerá unas Jornadas de Neuropsicología Infantojuvenil por el X aniversario del Centro Luria

El neuropsicólogo clínico madrileño Aarón Fernández del Olmo.
El neuropsicólogo clínico madrileño Aarón Fernández del Olmo. / Fermín Cabanillas (Efe).

Desde siempre, Aarón Fernández del Olmo (Madrid, 1981) ha sentido una profunda curiosidad por el funcionamiento del cerebro y la manera en que nuestras capacidades cognitivas, emocionales y conductuales se ven afectadas a lo largo de la vida. Esa inquietud le llevó a formarse como neuropsicólogo y, con el tiempo, a hacer de esta disciplina no solo su profesión, sino una vocación que vive con compromiso y pasión.

Confiesa que cuando empezó en esto, "algo que me empujó a ello fue un programa que había de televisión muy conocido en los años 90, 'Redes', que era el típico programa en el que aparecía un científico a las 2 de la mañana, cuando nadie encendía la televisión, a hablar de los últimos avances del cerebro. Había que tener muchas ganas y mucho interés porque la información era muy escasa, no había tanto a mano como a uno le gustaría. Pero planteaba un poco esa idea de que hay mucho que investigar y que entender del cerebro. Pues todavía hoy, 25 años después de esas noches de domingo viendo 'Redes', sigue uno con la misma sensación: sabemos más que hace unos años, pero seguramente menos de lo que nos queda por aprender todavía".

Con motivo de su X aniversario, el Centro Luria de Jerez ha organizado las Jornadas de Neuropsicología Infantojuvenil, un encuentro formativo dirigido a profesionales de las neurociencias, la psicología, la educación y la salud. Se celebrarán los días 25 y 26 de octubre, con opción de asistencia presencial y online. Bajo el título 'Actualización en evaluación e intervención en trastornos del neurodesarrollo en población infantojuvenil', el programa será desarrollado por los neuropsicólogos Aarón Fernández del Olmo e Iban Onandia, reconocidos especialistas en el ámbito de la neuropsicología clínica y educativa. El contenido abordará una actualización teórico-práctica sobre la evaluación e intervención en los principales trastornos del neurodesarrollo: TDAH, TEA, TDL/TEL, Trastorno del Desarrollo Intelectual, Síndrome Disejecutivo, así como síndromes del hemisferio derecho, trastornos ejecutivos-atencionales y neuropsicología de los trastornos psiquiátricos.

El experto Aarón Fernández destaca a este Diario que las jornadas que se celebrarán en el Centro Luria "son muy necesarias para los profesionales porque hablamos de actualización. Tal y como avanza el mundo de la neurociencia y la neuropsicología, que es la disciplina a la que yo me dedico, con esos ritmos de aprendizaje y de nuevos conocimientos que se van generando, su impacto en la práctica clínica nos puede ayudar a mejorar la detección, el diagnóstico y el tratamiento posterior de muchas dificultades del neurodesarrollo, que a veces no están bien trianguladas, se confunden con otros síndromes que parecen tener mayor atención. Sentarnos a debatir un poquito entre nosotros, a ver casos y a comentar lo que vamos encontrando en la literatura, en las investigaciones, pues nos permite además hacer mejor nuestro trabajo y ser mejores clínicos, por eso es importante hacer este tipo de reuniones".

Una actualización que los profesionales desarrollan continuamente porque, como asegura Fernández, "uno no puede confiarse porque van cambiando muchos elementos. De hecho, la misma sociedad va cambiando estos últimos años y décadas a una velocidad tremenda, y aparecen nuevas formas de entender los trastornos, nuevas formas o cambios diagnósticos que te obligan a estar muy atento para no quedarte desfasado y confundir cosas que hoy en día ya sabemos que no funcionan de una manera, lo que lleva a tratamientos que no son correctos y también permiten desmentir otras terapias que a veces aparecen de repente con un gran marketing y que no aportan nada. La actualización te permite mejorar profesionalmente y hacer mejor el trabajo que repercute en la vida funcional de estos niños".

Pone como ejemplo el concepto de autismo, que en 50-100 años, "ha pasado de ser entendido como un problema de salud mental en el sentido de una esquizofrenia infantil. Literalmente se pensaba que era un tipo de psicosis infantil en los primeros inicios, y así estaba recogido en muchas de las guías, y hoy en día hablamos de un espectro en el cual hay muchas manifestaciones muy diferentes, con diversos rangos de afectación funcional. Y al final, una forma de procesar la información diferente, sobre todo, la que tiene que ver con aspectos a nivel mental, en cuanto a condición emocional, que tienen su necesidad de tratamiento y apoyo para que no genere un problema de autoestima en la persona totalmente distinto lo que tenemos ahora de lo que se pensaba y por qué se causaba hace 50- 100 años".

Y entre esas demandas que tienen los profesionales hoy está "tener mejores herramientas de detección, herramientas más fiables. Eso siempre se puede mejorar porque al final siempre todas las pruebas que podemos utilizar juegan con un pequeño rango de error. Necesitamos herramientas lo más precisas posibles para evitar dos problemas grandes: no diagnosticar a alguien que tiene un problema y, por tanto, dejar pasar unas dificultades que luego dan la cara más adelante, y cometer el famoso problema del falso positivo que es considerar que alguien tiene un trastorno que no tiene, lo cual también tiene sus efectos muy negativos, cuando alguien es etiquetado con un diagnóstico que no tiene, los tratamientos no funcionan y puede deberse a otros muchos motivos. Y luego, por supuesto, a nivel terapéutico, tratamientos, estrategias e ideas que permitan también mejorar nuestros resultados clínicos".

Como profesor, también, de un Máster de Neuropsicología y Educación en UNIR, Aarón Fernández se detiene en el panorama actual en los centros educativos, en la necesidad de una mayor formación del profesorado de cara a tratar con alumnos con trastornos del neurodesarrollo: "Yo tengo mucho contacto con profesores porque las personas que entran en ese tipo de másteres son docentes, docentes que se preocupan por lo que están viendo en sus aulas y que no acaban de comprender del todo por su formación base. Hay una formación en neuropsicología generalmente en Magisterio y a veces te encuentras con niños que tienen dificultades de aprendizaje, bien sea porque tienen fallos atencionales o de otro tipo, y claro, ser capaz de comprender cómo funcionan procesos como la atención, la memoria, el lenguaje, cómo observarlo, también te da pistas de cómo modular tu forma de enseñar para que puedan aprender. Porque muchas veces las dificultades que tenemos en muchos trastornos lo que hacen es obligarnos a modificar la información y la forma de presentarla para que puedan aprender mejor. Si no lo hacemos, no saltamos las barreras que tienen ellos para poder aprender".

"Realmente -añade- la labor de un profesor no es la detección de un trastorno, pero sí es verdad que si un profesor encuentra señales de alarma es una de las personas más indicadas en un momento dado para poder dar esa voz de alarma y que empiece un circuito de derivación. Al final, tienen muchos niños en su aula y pueden encontrar asimetrías de comportamiento que sean claramente visibles de que algo está pasando ahí. La mayor labor también de esa parte neuropsicológica dentro de la educación es aprender herramientas entendiendo cómo funcionan los procesos cognitivos, porque seguimos avanzando en el conocimiento de cómo funciona el lenguaje en el desarrollo, cómo funciona la atención. Todo eso da herramientas al docente para poder hacer mejor su labor".

Otra de las herramientas que demandan los profesionales y a la que hace referencia Fernández es saber transmitir a las familias el diagnóstico, qué hacer después y cómo procesarlo todo. "Claro, totalmente, eso es muy interesante también porque supongamos que tenemos un hijo que tiene dificultades de aprendizaje, pues a lo mejor es porque tiene un déficit atencional y eso está haciendo que aprenda más lento a leer, que tenga dificultades de comportamiento. Sin entender lo que es el funcionamiento de ese déficit de atención es muy difícil que tú puedas poner en casa todas las pautas necesarias para facilitar su estudio y, por tanto, ese niño no tenga facilidades para estudiar por cosas tan simples como no tener en cuenta que hay que apagar la televisión de fondo o hay que quitar estímulos de en medio y si, además, no está bien explicado, si el docente no tiene información para explicarlo o no acuden a un clínico, da pie a que aparezcan pseudoterapias que no aportan absolutamente nada, pero que prometen resultados milagrosos. Sin embargo, si estás más o menos formado en el funcionamiento de esos procesos atencionales, por ejemplo, puedes detectar rápidamente cuándo una terapia no tiene ningún tipo de sentido ni base y evitar a una familia una vuelta muy grande, un gasto de dinero e incluso una frustración para ese niño que no mejora pese a que está yendo a una terapia".

"La idea de esto -subraya- es que cuando tenemos una dificultad cognitiva no estamos buscando una cura milagrosa que mañana haga que no tengas un déficit de atención o que no tengamos un déficit de lenguaje. Lo que estamos buscando es que haya una mejora progresiva en esos procesos que intenten alcanzar el nivel esperable para la edad o que en caso de que no sea posible llegar a ese nivel, haya una serie de compensaciones que permitan ser lo más funcional posible. Lo que vemos muchas veces con los pequeños es que ellos no son conscientes de que tienen una dificultad en algo, intentan hacer las cosas de una manera y no saben encontrar alternativas porque no están en la edad para generarlas. Eso ocurre cuando llegas a una edad ya adulta donde buscas lo que mejor se adapta a cómo tú funcionas, pero el calvario que pasa en la etapa escolar si nadie te pone unas adaptaciones o una ayuda, deja una huella para cuando llegas a la edad adulta, en el estado de ánimo, en la autoestima y en situaciones que tienen que ver con la salud mental".

¿En qué momento habría que hablar con el niño o niña sobre su trastorno? "Pues depende de muchos factores. No se puede dar una respuesta universal porque tenemos algunos niños pues que pueden tener dificultades y no le están afectando en su día a día especialmente, ni a nivel educativo ni a nivel tampoco de socialización; y otros niños que a lo mejor se encuentran con unas dificultades que están provocando que no sean capaces de, en un momento dado, adaptarse como deben. Cuando estamos viendo que su salud mental, su autoestima, están en peligro, en riesgo, pues porque no entiende lo que le está pasando, puede ser conveniente empezar a jugar y a explicarle que las dificultades que tiene pueden hacerle no funcionar del todo bien en ciertos aspectos, pero resaltando las cosas que seguro que sí hace bien. Yo creo que es una cosa muy importante, no solo decir, "siempre vas a tener dificultad de atención". Bueno, mira, hay gente despistada, hay mucha gente despistada en el mundo que luego ha hecho cosas muy grandes porque tiene otros procesos, otras funciones bastante buenas. Yo creo que hay que calibrar en qué edad estamos, en qué nivel de consciencia estamos y cuánto está transformando el día a día para tomar esa decisión".

'El cerebro es un cabrón'

Aarón Fernández acaba de publicar el libro 'El cerebro es un cabrón' (Kailas Editorial), una obra en la que su autor recoge experiencias en consulta, "lo que nos encontramos en el día a día en personas que tienen dificultades, que pueden tener un daño cerebral adquirido o inicio de una demencia, alguna alteración del neurodesarrollo que se mantiene en edad adulta, y ver cómo esas personas tienen que reorganizar su vida a esas dificultades. Al final, lo que te encuentras son historias que tienen que ver un poco con la superación que cada uno hace cuando uno de los órganos más importantes que es el cerebro, falla. Cuando falla, tienes que reorganizar todo, todo tu mundo, no cuentas a veces con ese cerebro de la manera adecuada para hacerlo, pero pueden de alguna forma, si lo entienden, cómo funcionan, adaptarse mejor a sus dificultades o ayudar a su entorno a que se sepa adaptar. Yo voy contando cómo hay personas que han perdido su capacidad de memoria, o su capacidad de lenguaje, o no controlan la atención, y explicar qué procesos hay detrás. Eso es una ayuda para cualquier persona que se dedique profesionalmente a trabajar estos trastornos, como a familiares, para que entiendan qué es lo que está sintiendo una persona que no te puede hablar, o por qué una persona a veces puede recordar ciertas cosas o no sin que sea algo voluntario".

Respecto a la investigación, ¿es el cerebro infinito? "No sé si decirte que es infinito. En teoría, teniendo en cuenta que cabe dentro de un cráneo, técnicamente, no se puede decir que sea infinito. Lo que sí es que tiene infinitas posibilidades. No sé si conseguiremos algún día entender el cerebro y cómo emerge la consciencia de él. Hay quien dice que es un misterio tan complejo que no tenemos la suficiente capacidad cognitiva como para resolverlo. Lo que sí parece claro es que hay muchísimo que entender sobre cómo se reorganiza, cómo funciona, y a veces nos encontramos en consultas, reorganizaciones del cerebro tras un daño cerebral que son completamente inverosímiles e imprevisibles. Por eso, si uno está atento a lo que va encontrando cuando evalúa a una persona cuando tiene el daño cerebral cerca, puede encontrar cosas que nadie haya visto nunca, porque el cerebro hace cosas a veces increíbles. Y eso puede ser la clave luego para futuros tratamientos o ayudas que permitan mejorar la calidad de vida de quien tiene un daño. Nos quedan infinitas preguntas sobre cómo funciona el cerebro, eso desde luego".

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