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Navegación aérea y ecología

Así es un aeropuerto verde

  • Más de mil niños de Jerez, Sanlúcar y El Puerto aprenden cómo 'La Parra' es capaz de ahorrar energía

Más de mil escolares de entre 8 y 12 años procedentes de diez colegios de Jerez, El Puerto y Sanlúcar (1.023 según las previsiones) pasarán hasta el próximo día 15 por las instalaciones del aeropuerto de Jerez para conocer la gestión ambiental que se lleva a cabo en la red andaluza de Aena. Jerez superará en alumnos incluso a aeropuertos como el de Sevilla (que recibió a 902 estudiantes) y Granada (778).

El proyecto ‘Aeropuertos Verdes’, de la Fundación Aena, pretende que los pequeños conozcan todos los sistemas de los aeropuertos que contribuyen a que la gestión sostenible sea una realidad en estas instalaciones. Básicamente, los pequeños recibieron un taller práctico en las instalaciones de la biblioteca y futuro centro de investigación del aeropuerto donde recibieron nociones sobre todo lo relacionado con los aterrizajes ecológicos, una técnica que permite ahorrar ruido a los ciudadanos y fauna que viven en el entornos aeroportuarios, así como emisiones de anhídrido carbónico (CO2), permitiendo además un sensible ahorro de combustible en la maniobra. 

Los encargados de inaugurar estos talleres de ‘Aeropuertos Verdes’ fueron cien alumnos del colegio Sagrada Familia de Jerez. Los alumnos también tuvieron la oportunidad de comprobar todas las tareas que se llevan a cabo en ‘La Parra’ para ahorrar energía. Tal fue el caso de los sensores de movimiento que encienden luces sólo si alguien se mueve por la zona, la apertura de compuertas que permiten sacar el aire cálido para refrescar el interior de la terminal en los meses de verano, así como los sistemas que permiten separar el agua de los restos de combustible que puede haber por el suelo y que la lluvia precipita al alcantarillado. Para cerrar la visita, los estudiantes accedieron en tres grupos a las dependencias de la halconera del aeropuerto de Jerez. Allí pudieron ver a los halcones, águilas e incluso búhos reales  que mantienen limpios los cielos de la terminal de aves que pueden provocar un serio accidente al impactar contra las turbinas de las aeronaves. 

La primera parte de la visita, el taller, fue especialmente atractivo para los niños pues allí tuvieron que montar una pequeña maqueta de avión con un sensor incorporado y programar su aterrizaje en la maqueta de una pista. Los pequeños comprobaron que haciéndolo de la forma tradicional (cuando el avión se va acercando hasta la pista como si fuera bajando invisibles escalones) el ruido que se genera es mucho mayor que si lo hacen de forma ecológica. Esta versión de aproximación es más semejante a una especie de tobogán en el que se va restando potencia de forma gradual hasta posarse en la pista, haciendo menos ruido (entre 5 y 6 decibelios menos), emitiendo un 25% menos de CO2 y ahorrando un 25% de combustible.

Según explicó a este medio el director del aeropuerto, Rafael de Reyna, “se trata de un sistema muy eficaz de aterrizaje, caracterizado por su suavidad”. Por ahora se está aplicando sobre todo en operaciones nocturnas para minimizar la contaminación acústica sobre la población humana. La gestión del tráfico aéreo es el principal problema, pues se requiere contactar con el aparato desde una mayor distancia desde la que se contacta ahora. Pese a ello, la implantación será un hecho. Para que los niños se hicieran una idea de las dos formas de aterrizar prepararon sus aviones (gracias a un programa tan fácil como intuitivo) para aterrizar de las dos formas: la primera bajando cuatro imaginarios escalones con los motores trabajando. La segunda fue la del ‘tobogán’, con la potencia rebajándose de forma gradual conforme se acercaban a la pista de la maqueta. 

Los monitores de la Fundación Aena midieron con “sonómetros” el ruido que los avioncitos hacían en cada una de las dos operaciones, quedando claro que la segunda es mucho más ecológica. Se trató, ya se ve, de una forma fácil e instructiva de hacer ver a los niños que si un aeropuerto es capaz de ser verde, cualquier otra instalación humana puede serlo también.

El gerente de la Fundación Aena, Enrique Moral, fue claro en declaraciones a este medio: “Aena, dentro de sus posibilidades, hace que los imprescindibles aeropuertos sean respetuosos con el medio. Con medidas racionales es perfectamente posible”, aseveró.

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