La dehesa, un ejemplo
El Campero
Científicos de todo el mundo estudian la dehesa de Cádiz como modelo del equilibrio ecológico, al que contribuye el sector agrario
La dehesa de Cádiz se ha convertido, gracias a la buena gestión de los agricultores y ganaderos, en un fenómeno estudiado por científicos de innumerables países por su carácter ecológico.
Por este mismo motivo, tanto la delegada de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Silvia López, como su homólogo de Agricultura, Juan Antonio Blanco, han decidido apoyarla y para conocer mejor sus entresijos han aceptado la invitación de Asaja-Cádiz, asociación que se ha encargado de detallar los pormenores de este patrimonio natural en la misma dehesa.
En esta cita, los profesionales del campo han desgranado las diferentes formas de gestionar estos terrenos que en Cádiz tienen una particularidad que los diferencia de las demás dehesas andaluzas; mientras que en la mayoría de las provincias estos terrenos de pastos se dedican a la cría de cerdos, en Cádiz, se centra en el ganado vacuno. La dehesa, según declaraciones de Silvia López “es el máximo exponente del monte mediterráneo y tal vez la mayor infraestructura medioambiental de Andalucía”.
Según recoge el artículo de Ángel Puerto La Dehesa, publicado en la revista Investigación y Ciencia: “Se trata de parajes compuestos por pastizales naturales que se extienden por amplias áreas de suelos del centro, oeste y suroeste de la península Ibérica”. Desglosando el artículo se extrae que la formación de la dehesas originariamente provienen de los bosques en los que en tiempos pasados se eliminaron árboles y matorrales, con talas, siegas, incendios controlados, roturaciones del terreno y por el ramoneo de las cabras. Así se abrieron claros en el bosque que se mantienen por los mismos procedimientos, porque si no, el proceso de sucesión ecológica restauraría el bosque primitivo. Las cabras fueron sustituidas hace tiempo por el ganado vacuno, ovino, porcino y caballar que es, desde hace años, el más frecuente en la dehesa.
Las características de las dehesas son las que confieren carácter bronco a las reses retintas, una de las más importantes que se producen bajo esta concepción en la provincia de Cádiz. La necesidad de subsistir a condiciones de temperaturas extremas, tanto de frío como de calor, hacen que el ganado retinto tenga un fuerte carácter. Por supuesto, este modo de cría procura que la carne de retinto, sea hoy por hoy, una de las mejores carnes de vacuno que se pueden encontrar en el mercado, no sólo por sus excelentes cualidades organolépticas y sus garantías de control, sino también por sus sistemas de producción que permiten un adecuado aprovechamiento de los recursos naturales y el mantenimiento de los ecosistemas en que se desenvuelve la raza retinta.
Es la explotación ganadera la que mantiene este especial ecosistema pues desencadena un equilibrio fluido entre producción y biomasa, lo que en ecología se llama una alta productividad, síntoma de juventud en el ecosistema. Es decir, la explotación ganadera rejuvenece a las zonas bajas de la dehesa. Si no fuera por esta explotación, la producción de esta zona se invertiría en estructuras leñosas. Lo que se ha producido en la dehesa es un proceso de coevolución en el que las interacciones mutuas entre plantas, herbívoros y microorganismos del suelo han llevado al ecosistema al mejor equilibrio posible. Se ha logrado que no haya descompensación entre producción, consumo, inmovilización temporal de nutrientes en el humus y descomposición de la materia orgánica.
Otros países están mostrando un gran interés en las prácticas de la ganadería extensiva en pastos seminaturales, dado que constituyen una muestra evidente de que puede alcanzarse un equilibrio entre explotación y conservación de buena parte de los valores naturales.
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