El espíritu de la Gaviota

DEBO comenzar, sin ambages y estando muy seguro de lo que afirmo, que me gusta especialmente esta exposición por muchas razones, que voy a intentar explicarlas para que mis planteamientos no ofrezcan la menor duda. Esta muestra es muy interesante, en primer lugar y creo que es lo más importante, porque se trata de una muy buena muestra de muy buena pintura.

Esto deja poco margen para otras posiciones; pero, además, se puede constatar porque el conjunto de la obra presentada proviene de seis jóvenes artistas andaluzas que están en ese segmento diferenciador donde lo expectante deja de serlo para convertirse en absoluta realidad. Si a estas seis creadoras se les considera artistas emergentes es porque gozan de muy poco tiempo en esto, pero, al mismo tiempo, demostrando muchas buenas proposiciones en este complejo mundo artístico, siendo, ya, creadoras natas que han alcanzado estamentos infinitamente más trascendentes que aquellos que dictamina las simples meras perspectivas ilusionantes.

Son artistas que exponen en buenos espacios, que forman parte de proyectos consolidados, que han sido, la mayoría, residentes, en importantes centros, que forman parte de colecciones consolidadas y que están muy presentes, allí, donde se dilucidan los pormenores del arte más comprometido con la actualidad. La exposición es, asimismo, importante porque está muy acertadamente comisariada por alguien, Victoria Rivers, que de esto sabe; que no es, como vemos tantas veces, una advenediza con ínfulas, queriendo ofrecer algo cuando, por sus carencias, sólo vende un poco de humo y un mucho de espurias intenciones para posicionarse en estamentos que les coge muy lejos pero les sirve para avanzar por caminos esquivos.

La labor curatorial de esta, también, joven comisaria plantea todas las situaciones que se han de dar en una buena muestra. Conoce de primerísima mano a todas las artistas y sabe de sus ofertas. No se deja deslumbrar por la demasiada cohetería existente en lo artístico con respecto a autores que se ponen de moda y están en todos los sitios. Su lúcido criterio la lleva a posicionar un abanico de amplios compromisos estéticos donde se encuentran muchas de las circunstancias conceptuales, plásticas y artísticas que centran la actual dinámica creativa. Conoce el espacio expositivo y ha formulado un diseño museográfico riguroso, muy acorde a las complejidades espaciales existentes. Por todo ello, la comisaria de Victoria Rivers se circunscribe a la importancia general de la muestra.

En otro sentido, y siguiendo con la positiva estructura de la exposición, ésta se presenta en el palacete Fernán Caballero; un edificio portuense de honda historia, en proceso de recuperación y que goza de todos los bellos efluvios de la decadencia. En sus particularísimas estancias, en su bellísimo patio, en algunos de los especiales rincones de la casa se han ido sucediendo, de forma correcta, rigurosa y con una gran lucidez museográfica, las obras de estas GAVIOTAS que entroncan con la apasionante, a veces cruel, vida, de Cecilia Böhl de Faber – que fue hija de otra genial mujer del siglo XIX, la popular Frasquita Larrea- autora, Doña Ceilia, de ‘La Gaviota’, aquella bella novela que generó el primer realismo literario.

Ante la pacata sociedad del momento, la escritora se vio obligada a ocultar su verdadera identidad bajo el pseudónimo de Fernán Caballero. Todo, en definitiva, un cúmulo de circunstancias que conviven en una exposición llena de episodios entrañables que desembocan en una gran muestra de altísimo arte contemporáneo.

La selección de Victoria Rivers es totalmente acertada; centra la misma en seis artistas andaluzas de las que están dando mucha dimensión al arte que se hace en esta zona. El conjunto, repartido por los espacios del palacete y unidos por las páginas de la Gaviota – los propios textos aparecen semiescondidos junto a las obras de las artistas- convive e, incluso, de forma muy sutil, se confunde con la propia estructura espacial, formando parte del conjunto arquitectónico. Así, las obras de Anita de la Cuadra (Cádiz,1992), Amara Toledo (Sevilla, 1997), Elena Núñez Mallén (La Lenejuela, Sevilla, 1998), Nieves González (Huelva, 1996), Marina Iglesias (Puerto Real, Cádiz, (1991) y Sofía González (Sevilla, 1994), componen un corpus artístico lleno del mayor y del mejor sentido artístico contemporáneo. En las obras presentadas hay calidad; se presentan los postulados de ese nuevo realismo donde lo mediato y lo inmediato funden sus fronteras; donde una realidad figurativa nueva abre sus horizontes; donde unas estructuras de máximas esencialidad abstracta formulan sus criterios reduccionista o se amplían yuxtaponiéndose a una representación velada o textual que magnifica los horizontes; así como un desarrollo escultural salido de asutiles elementos textiles que abren las perspectivas del concepto puro y de la materialidad reinante.

Se trata, en definitiva, de una muestra de mucha altura, de mucha significación actual; una muestra que revisa la mejor contemporaneidad y que, además, sin ningún postulado equívoco de falso feminismo – el arte no tiene género; sólo tiene obras buenas y obras que no lo son-; sólo el recuerdo testimonial de una Cecilia Böhl, genial autora, que los tiempos y sus patetismos le obligaron a tomar un nombre masculino.

Hoy La Gaviota revolotea feliz por una estancia palaciega donde el arte de verdad, aquel que no tiene espacios fronterizos, ni esquemas desvirtuantes, se presenta expectante, creando la máxima emoción y el espíritu fortalecido de una realidad que sólo se abre a espacios de límpidos horizontes.

La Exposición se ha hecho posible gracias al patrocinio de la Fundación Osborne y de la Colección Casa de Indias. Ambas instituciones vienen poniendo las bases en la ciudad de El Puerto de un arte sin fronteras, abierto a las mejores circunstancias. Esta es la prueba.