Agricultura

La falta de lluvias “no pinta nada bien” para el campo de la provincia

  • Coag-Cádiz augura próximas campañas muy duras por el déficit hídrico, que hace mella en cultivos y pantanos

  • Las lluvias del año agrícola y las reservas de agua en las cuencas de la provincia están un tercio por debajo de la media de los últimos años 

Imagen del pantano de Guadalcacín, la gran reserva de agua de la provincia, al 40% de su capacidad a finales de 2020.

Imagen del pantano de Guadalcacín, la gran reserva de agua de la provincia, al 40% de su capacidad a finales de 2020. / Ramón Aguilar

Soplan malos vientos para el campo y no es el levante. El sector agrario vuelve a estar en situación de alerta por la falta de lluvias, del orden de un 33% por debajo de la pluviometría normal cuando restan menos de tres meses para el fin del año agrícola. El déficit hídrico hace mella en los pantanos de la provincia, que con algo menos de 700 hectómetros cúbicos embalsados están al 40% de su capacidad, en torno a un tercio también por debajo de la media de la última década.

Sólo en el último año, la ocupación de los pantanos de las cuencas del Guadalete y el Barbate acumula una caída de seis puntos, nada bueno para el campo de la provincia, donde el secretario general de Coag-Cádiz, Miguel Pérez, se teme que “vamos a sufrir mucho si se mantiene la tendencia”. Y los pronósticos a corto plazo no aventuran cambios sustanciales.

“Por desgracia, cada vez llueve menos”, indica el responsable agrario, quien explica el déficit de precipitaciones en el cambio climático, cuyos efectos por la acción del hombre, asegura, también se aprecian en la bajada del nivel freático de los pozos y en el comportamiento de las plantas.

“Los ciclos cada vez son más cortos, por ejemplo en la vendimia del Marco que este año, pese a la ausencia de vientos de levante, pienso que también va a ser temprana”, señala Pérez. “No pinta bien y la nueva PAC (Política Agraria Común) tampoco ayuda a frenar la desertización, para la que el sur de España debería ser la primera barrera, pero Europa se pinta de verde, con políticas que no dejan de ser guiños, sin que haya una cohesión ni una lucha seria contra el cambio climático”.

"Vamos a sufrir mucho si se mantiene la tendencia de la falta de lluvias", asegura Miguel Pérez

Aunque este año no ha habido restricciones de riego, el secretario provincial de Coag cree, “sin querer ser agorero, que o mucho me equivoco o en las próximas campañas puede haber problemas”, supuesto en el que, recuerda, el regadío es el primero que sufre las consecuencias.

Pero el que tiene todas las de perder es el secano –que en la provincia de Cádiz, la de mayor superficie de Andalucía, viene a ser la mitad del total de las tierras de labor–, en particular los cultivos leñosos de mucho arraigo en la zona como el viñedo y otros en pleno auge como el olivar y el almendro, que requieren de reservas de agua en el subsuelo para su normal desarrollo.

Dentro del secano, otros cultivos permanentes como los cereales, que han salvado el año porque la poca lluvia registrada ha caído muy bien; el girasol, que está en un momento decisivo aunque por ahora va bien; el algodón o la remolacha se resentirían, y mucho, de persistir la actual sequedad.

Claro que el problema de agudiza para la ganadería, que además de hacer frente al ignorante político de turno –ver información anexa–, tiene que vérselas con la escasez de pastos, pues todo lo que no caiga del cielo significa aporte alimentario a base de piensos, a precios además ruinosos para el castigado sector.

Pintan bastos para los agricultores y ganaderos, héroes anónimos durante la pandemia como garantes del suministro de alimentos a la población antes, durante y después del confinamiento, que el año pasado sacaron adelante sus cosechas gracias a las abundantes aguas de primavera. Ahora, cuando la vendimia, entre otras producciones, se la juega y el tiempo de este fin de semana, marcado por el levante y las altas temperaturas, es justo lo contrario a sus intereses, Pérez ve difícil que llueva, salvo que llega alguna tormenta de verano, que tampoco ayudan mucho porque suelen provocar más daños que beneficios.

El campo necesita temperaturas suaves y blanduras nocturnas, apostilla Pérez, aunque tampoco estaría de más que los agricultores se encomendarán a su patrón San Isidro Labrador o que sacaran en rogativas a la Virgen de la Cueva para poner fin a la sequía.

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