El flamenco, protagonista del Belén
El convento de Capuchinos realiza un homenaje a este arte tras su reconocimiento como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, aunque "ya teníamos pensada la temática de antes", afirma fray Antonio
Con la llegada de las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina, la ciudad ya ha empezado a engalanarse para preparar la celebración de la Natividad y la Epifanía del niño Dios. Como cada año, son numerosos los portales de Belén que adornan muchas de las iglesias de Jerez.
Uno de los más representativos de toda la ciudad y de los más cuidados en cuanto a detalles es el que elaboran los padres del convento de Capuchinos, ubicado en la calle Sevilla. El mes de octubre se postula como el punto de partida del trabajo de los frailes capuchinos para que, a principios de diciembre, todo esté listo de cara a su apertura al público.
Más de 15 belenes se dan cita en las diferentes dependencias de este convento, formando un ambiente único en el que se pueden contemplar distintas escenas en homenaje a otras ciudades andaluzas como Granada o Cádiz.
Formando parte de una tradición con más de 20 años de antigüedad, el mayor de estos nacimientos, ubicado en un pequeño patio junto a la sacristía, acoge un Belén a tamaño real adornado con una caracterización diferente cada Navidad. En otras ediciones se ha representado un Belén hebreo o con las distintas vestimentas de los frailes pertenecientes a las órdenes religiosas existentes en la ciudad.
En esta ocasión, estando en una ciudad como Jerez, donde se respira flamenco por los cuatro costados, "la temática no podía ser otra que ésta, máxime cuando hace escasamente un mes fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, aunque teníamos pensado realizarlo antes de que se le concediera este reconocimiento", afirma fray Antonio, guardián del convento y verdadero artífice de la realización y mantenimiento de estos nacimientos.
La Virgen María, con mantilla, junto a un San José vestido de corto con su guitarra flamenca al lado, con una cuna donde un acurrucado niño Jesús simula tocar las palmas ante la presencia de varios pastores que han ido a adorarlo, conforman un 'tablao' flamenco muy particular, que termina de ambientarse con el sonido de villancicos jerezanos de fondo.
A su lado, un verdadero corral con ovejas (de verdad), gallinas (también) y el canto de varios periquitos y canarios aportan una nota colorida a esta peculiar estampa. Todos estos animales son cedidos por varios jerezanos que los donan desinteresadamente a la congregación, los cuales, tras la conclusión de las fiestas navideñas, son devueltos a sus respectivos dueños. Muchos de estos feligreses deciden regalarlos al convento, aunque "nosotros rechazamos la invitación, preferimos que les siga perteneciendo a ellos", asegura fray Antonio.
Durante las fiestas, son numerosos los visitantes que se acercan a disfrutar de este Belén, e incluso, como estima el guardián del convento, llegan "a contarse por miles, pues por aquí pasan alumnos de todos los colegios de la ciudad, y muchas personas que se desplazan desde distintos pueblos de la provincia gaditana, e incluso de otros lugares más remotos, como Marbella".
En otra de las dependencias de Capuchinos aparece la que es considerada por los frailes capuchinos como "la joya del convento". Se trata de una representación de la ciudad de Cádiz, con la imagen de la Divina Pastora presidiendo la escena, una chirigota gaditana actuando en un local en una de las esquinas, y todo ello con el fondo incomparable de la bahía de Cádiz, San Fernando y Puerto Real.
En este homenaje a Cádiz destaca la figura de fray Leopoldo, una pequeña maqueta del antiguo convento de Capuchinos de la capital gaditana y algo poco usual en un Belén, una representación del infierno, con varios diablos enfurecidos por la nacida de Jesús.
También, en otra pequeña sala, se puede contemplar uno de los patios de la Alhambra granadina, constituyendo un conjunto belenístico único en toda la ciudad.
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