Hybris
Lectores sin remedio
Aquella mañana del 21 de agosto de1968, mi padre me dio a hojear el periódico que todas las mañanas, muy temprano, dejaba en nuestro domicilio familiar de Cádiz un repartidor. Esa vez no me riñó para que dejara de remolonear con el desayuno, sino que me puso entre las manos aquel ejemplar de enorme formato del Diario de Cádiz y me señaló la portada, cuyos titulares daban cuenta de la invasión de Checoslovaquia por tropas soviéticas. “¡Los que deciden estas cosas están locos!”, exclamó (o algo parecido), mientras trataba de explicarme – yo por entonces apenas tenía doce años - aquellos hechos que tanto lo habían alterado (aún estábamos en plena Guerra Fría).
Mucho tiempo después entendí su estado de confusión, pues él como muchas personas de su generación nacidas a comienzos del siglo pasado y que habían vivido en toda su crudeza la Guerra Civil española, antesala de otra guerra mundial, siempre tuvieron el miedo de que decisiones tomadas por desconocidos pudieran volver a sumirlos en la oscuridad. Lo cierto es que nunca se me borró de la memoria aquella lejana mañana; en ella tomé algo de conciencia sobre cómo nuestros destinos están en manos de personas que, como ya dijera mi padre, pueden no estar en su mejor momento físico o mental al tomar decisiones trascendentales. David Owen publicó en 2010 un libro impactante, ‘En el poder y la enfermedad. Enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos cien años’ (reeditado por Siruela en 2023), donde con un lenguaje cercano y por momentos brillante nos acerca a la desconocida historia de muchas decisiones vitales tomadas por dirigentes políticos, en momentos en el que su salud física o mental estaba seriamente mermada. Los terribles problemas de espalda de Kennedy, los picos depresivos de Willy Brandt, el alcoholismo de Boris Yeltsin, el Alzheimer de Reagan, la hiperactividad (TDAH) de George Bush fueron asuntos que se mantuvieron ocultos a la opinión pública, pese a lo decisivas que fueron estas y otras dolencias en la toma de decisiones de muchos líderes políticos. Pero Owen incorpora en su libro un concepto más que afecta a muchos de nuestros gobernantes y que en los momentos actuales parece ponerse en evidencia: “el síndrome de Hybris” que el autor define como “embriaguez por el poder, con la consiguiente persistencia en el error y la incapacidad para cambiar de rumbo”. Síndrome que inicialmente identificó en Tony Blair y luego analiza en la controvertida figura de Donald Trump (también en ‘The Hybris Syndrome: Busch, Blair ant the Intoxication of Power’). David Owen, profesor de la Universidad de Liverpool, médico y ministro en su día del Reino Unido, deja a los lectores no solo impresionados y perplejos por los increíbles datos que facilita en su libro, sino por la sombra de duda que este proyecta sobre los liderazgos políticos. Ramón Clavijo Provencio
Records
“El exjugador de polo acuático cubano Jhoen Lefont rompió su propio récord mundial de dominio del balón al propinar 122 toques a la pelota de fútbol en una piscina de La Habana y sumó así su segunda marca esta semana en los Libros Guinness". Leo en un periódico. Una noticia que ya había visto en algún informativo de televisión. Y desde entonces no paro de pensar en ello. No, no piensen ustedes que me pasa como a aquel vendedor de vinos que Vuillard nos presenta en su novela ‘4 de julio’ del que nos dice: “entre dos idas y venidas a la bodega, le había quedado tiempo para forjarse opiniones, una concepción del mundo”. Mi pensamiento es mucho más modesto que forjarme una concepción del mundo a través de un récord inútil. Porque eso es lo que me hizo pensar: ¿para qué tanto toquecito al balón metido en una piscina? ¡Cuánto más valioso hubiera sido tanto tiempo invertido en la preparación y ejecución de ese récord, si el tal Jhoen lo hubiera dedicado a la lectura e incluso a compartir esta en un club (tan discutidos últimamente)!
En un viejo artículo de Javier Marías titulado “Superación”, el magnífico escritor criticaba esa obsesión que se ha adueñado en esta sociedad por ser el mejor, por destacar en algo, por poner en riesgo la propia vida con retos inútiles y sin sentido. El selfie más arriesgado ya se ha cobrado cientos de víctimas, por no decir el señor de 90 años que corre una maratón como si en ello le fuera la vida eterna (la única a la que ya puede aspirar). Irene Vallejo comentaba en uno de sus artículos (“Esos locos desinteresados”) la anécdota del discípulo de Euclides que cuando el maestro le enseñaba las bases de la geometría, aquel le preguntó “¿qué ganancia conseguiré con esto?”. Es cierto que a veces no logremos entender la trascendencia de alguna actividad humana; el gran Nuccio Ordine (fallecido hace poco) tituló uno de sus libros ‘La utilidad de lo inútil’ haciendo referencia a los estudios humanísticos. Pero lo que está claro es que el libro Guinness está lleno de récords que dicen muy poco en favor de la inteligencia y del sentido práctico del género humano. El afán de superación es el motor que nos ha hecho progresar a lo largo de la historia de la Humanidad, sin duda; pero el afán por ostentar el récord más inútil delata nuestra cara más estúpida. José López Romero.
Reseñas
Triste, solitario y final
Osvaldo Soriano. Seix Barral, 2010.
Con ‘Triste, solitario y final’, Osvaldo Soriano quiso rendir un homenaje a dos personajes: a Stan Laurel, “el flaco” (aunque también por extensión a Oliver Hardy, “el gordo”) y a Philip Marlowe, el protagonista de las novelas de Raymond Chandler. La investigación encomendada por Laurel antes de morir a Marlowe de por qué la industria de Hollywood no quiso contratarle en sus últimos años, se complica cuando entra en acción el propio Soriano, a quien le han encargado un reportaje sobre Laurel y Hardy. La pareja formada por el detective y el periodista entra en una espiral de problemas que tiene su culminación en el secuestro del mismísimo Charles Chaplin. Una delirante novela en la que los diálogos son realmente magistrales, los firmaría el mismo Chandler. J.L.R.
Entre culebras y extraños
Celso Castro. Destino, 2015.
La muerte del padre, con que se inicia la novela, deja al protagonista a solas con su madre, sobreprotectora, su hermana Vera, independiente y distante, con Sofía, su amor de toda la vida y, sobre todo, con sus enfermedades. Escrita como una especie de diálogo entre el narrador y un supuesto amigo o lector, el protagonista es un muchacho a punto de cumplir los diecisiete años que ha tenido una infancia y una adolescencia marcadas por una naturaleza enfermiza, lo que le lleva a refugiarse en los libros, concretamente en la Filosofía, lee con fruición a pesimistas y existencialistas (una lectura perfecta para un enfermo) y en su novia Sofía. Pero la vida puede ser más difícil aún si uno se lo propone o si se lo proponen los del entorno. A la tuberculosis le sucede una serie de acontecimientos, cuyas consecuencias ni la mejor de las filosofías es capaz de aliviar. Muy recomendable. J.L.R.
Un caballero en Moscú
Amor Towles. Salamandra, 2019.
Se presentaba hace semanas ante la opinión pública la versión televisiva de esta gran novela, que desde hace unos años sigue captando la atención de los lectores. Pero sin duda, y una vez visionada la versión audiovisual, que tiene sus evidentes logros, me ha parecido en líneas generales fallida e innecesaria, sobre todo por sus numerosas licencias históricas que estropean el resultado final y la hacen desmerecer del original. Amor Towles nos dejó una de esas novelas con las que el lector exigente no se topa muchas veces. Lo tiene todo: una historia sólida, un protagonista cautivador, el conde Aleksandr Ilich Rostov, al que los bolcheviques condenan a un arresto de por vida en el hotel Metropol de Moscú, y un contexto histórico realista. De prosa precisa y elegante, nos deja páginas de excelente literatura. Imprescindible. R.C.P.
A Oriente por el norte
Anne Morrow Lindberg. Traducción de Blanca Lago. Nórdica, 2025.
Siempre bajo la sombra de su marido (el héroe nacional norteamericano Charles Lindberg), Anne vivió junto a él la popularidad, la tragedia (secuestraron y asesinaron al hijo de ambos siendo un bebé) y la caída en desgracia de su esposo cuando este realizó gestos a favor de la Alemania nazi (leer la novela de Philip Roth ‘La conjura contra América’). Pero Anne fue algo más que eso. Escritora que alcanzaría un éxito tardío con su excelente ‘Regalo del mar’ (reflexiones sobre las vidas de las mujeres, hoy libro de culto y que llegó a ser finalista del Premio Nacional del Libro de Estados Unidos), pero también aviadora como su marido, este libro es el testimonio del viaje que realizaron ambos, volando en un monoplano Lockheed Sirius durante seis meses por el Atlántico Norte, y que hoy es considerado un clásico de la literatura de viajes. R.C.P.
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