Ciudad

El latir del barrio de Santiago

Barrio de Santiago de Jerez

Barrio de Santiago de Jerez / Miguel Ángel González

Dando un paseo por las calles del barrio de Santiago, cualquiera se da cuenta que no es un barrio cualquiera: bonito, con identidad propia, con historia y mucho arte... Allí nacieron, entre otros, Tío José de Paula, Terremoto o Tío Sordera, como atestiguan los bustos que hay en su memoria.

En el número 2 de la calle Moraíto Chico viven su madre Teresa y su viuda Juana, que atesoran el recuerdo de otros tiempos vividos y el legado que dejó este gran guitarrista, persona entrañable y ejemplar que amaba su barrio... En la misma esquina de la calle estaba la pescadería de Joaquín ‘el Zambo’, otrora centro de reunión de gitanos cabales y que lleva años cerrada, como el caso del bar El Parra o la Peña Los Juncales, lugar emblemático que vivió gran esplendor y al que acudían artistas foráneos a empaparse del arte de los más grandes del arte flamenco, como fue el caso de Miguel Poveda y otros tantos...

Nadie podía imaginar la decadencia y abandono de este barrio, símbolo para muchos de pureza y conocimiento del arte flamenco.

Ahora, después de años agonizando por la ocupación de casas de gente poco deseable que se adueñó de las calles, parece que la administración local quiere ocuparse de conservar el patrimonio de este barrio, y la instalación de cámaras y la presencia continua de la Policía parece dar un respiro a sus habitantes. Con pulso bajo, el barrio de Santiago vuelve a latir.

Recuperar su esplendor de años atrás será difícil; todavía se recuerda cuando las calles Nueva y Cantarería se cortaban por las zambombas, por un bautizo o una boda, fiestas a las que acudía todo el barrio, una identidad que no debe perderse: los patios de casas de vecinos, que ahora están cerrados, deben habitarse de nuevo y los hijos, nietos, de los que hicieron florecer a Santiago deben volver. La casa de Bastiana -madre de Tomasito-, donde convive con su primo Bastiano y otras vecinas, es prueba de que todavía queda esperanza de que eso sea posible; Vicente Soto, Pele de Navajita o David Lagos y Melchora fueron pioneros.

Recorriendo las calles del barrio perduran tiendas y bares de toda la vida, caso del bar Arco de Santiago, el Freidor, el Tabanquito, Casa Petra o el Jindama, regentado por el joven Manuel, hijo de Rosa María, la de la tienda de toda la vida... El Vaca, una pequeña e histórica tienda en calle Nueva que lleva abierta más de 80 años y va pasando de generación en generación, ha vivido todo el esplendor y decadencia de esta insigne calle en el corazón del barrio.

La Peña Luis de la Pica, la de Tío José de Paula, la del Sordera... Todos hacen que este pequeño rincón de la ciudad sea distinto y especial... Es como una gran familia en la que todos se conocen o están emparentados, donde sienten y se siente el flamenco.

La idea de trasladar el albergue o la de ceder el Asilito a las hermandades del Rocío y del Prendimiento -esta última muy vinculada al barrio-, crear espacios donde los jóvenes artistas puedan ensayar, hace que vuelva la ilusión. Es evidente que nada volverá a ser como antes porque la vida cambia, también las costumbres, pero está claro que Santiago necesita cambios. No es fácil llevarlos a cabo, sólo el hecho de imaginarlo y que el Ayuntamiento haya dado el primer paso es fundamental para recuperar nuestro patrimonio, parte de nuestra esencia e identidad como marca indiscutible de Jerez y del flamenco de Jerez.

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