El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
SI es por esos libros nunca aprendo: a coger el cielo con las manos, a reír y a llorar lo que te canto, a coser mi alma rota o a perder el miedo a quedar como un idiota.
Así dice una famosa canción de un prestigioso grupo musical español (Fito & Fitipaldis, 2003). Se trata de bonita reivindicación sobre la falta de programas educativos, que tenemos en la mayoría de colegios, para saber vivir con ilusión, para sonreír o para afrontar las dificultades. Sin embargo, enseñar a estimular la ilusión es la base de la motivación para el esfuerzo, aprender a disfrutar de los éxitos es fundamental para proponer nuevos retos, llorar y buscar apoyo ante el fracaso es indispensable para no abandonar los sueños, saber qué hacer para superar pérdidas y rupturas sentimentales evitará que éstas interfieran en nuestras vidas y desde luego, sin perder el miedo a decir lo que pensamos y a defenderlo adecuadamente, nunca conseguiremos un bienestar pleno en la relación con los demás.
En realidad, en el colegio sí se aprenden muchas de estas actitudes tan importantes para desarrollar una vida saludable. Se aprenden, gracias a iniciativas particulares de grandes profesionales del magisterio, la pedagogía o la psicología que dedican sus esfuerzos y tiempo libre a elaborar programas que ayuden a los alumnos a aprender estrategias de comunicación, de resolución de conflictos, de reconocimiento de las emociones propias y en los demás y también, estrategias que permitan regular las emociones cuando éstas pueden resultar perjudiciales.
La búsqueda en internet nos permite encontrar algunos programas gratuitos, bien elaborados, para trabajar estos aspectos con los alumnos desde los primeros años de escolarización. Por ejemplo, uno de estos programas se llama Sentir y Pensar, que va dirigido a aquellos profesores que se propongan mejorar la competencia emocional de los alumnos. Se trata de actividades prácticas que se estructuran en cinco grandes bloques de competencias: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, competencias sociales y competencias para la vida y el bienestar. Cada actividad está ilustrada con dibujos a todo color, lo cual da una emocionalidad añadida a la actividad.
En general, la mayoría de programas sobre mejora de la inteligencia emocional en el aula, proponen cinco aspectos fundamentales a trabajar que son la autoconciencia, la autoconciencia social, la autogestión, la toma de decisiones responsables, y las habilidades interpersonales. Por ello, en Psicología Diez, llevamos varios años desarrollando un programa en formato taller para alumnos de los distintos cursos de primaria, en el que uno de los principales objetivos es el aprendizaje del reconocimiento de las emociones en uno mismo, relacionando los pensamientos con las emociones. Otro objetivo fundamental, es reconocer la asociación entre la relajación y las emociones positivas y la asociación entre la tensión y algunas emociones negativas. Por último, entender cómo se generan las emociones propias y cómo se controlan, ayuda a comprender las de los demás, para así mejorar la relación con ellos y las posibilidades de adaptación a las circunstancias.
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