Un piso de estudiantes especial

Una de las mayores preocupaciones de los estudiantes y de sus familias cuando se van fuera de sus casas es el alojamiento. "¿Estará bien la niña? ¿Cómo se las apañará nuestro hijo en la cocina?" Aparte de estos pensamientos está la cuestión económica, ya que en general, esto es lo que más cuesta al bolsillo de los núcleos familiares que mandan a uno de los suyos a la universidad, incluso aunque esté a pocos kilómetros de sus casas.

Desde hace algunos años la UCA ha puesto en marcha un programa de convivencia de jóvenes universitarios con mayores que se ha conveniado además con el Ayuntamiento de Jerez, en concreto, con la Dirección general de Bienestar Social y del Mayor. Con él se trata de cubrir algunas necesidades tanto de los alumnos como de las personas de la tercera edad. Unos buscan un piso en el que quedarse y otros, no sentirse tan solos en su casa.

Charo Vega, una jerezana que vive en el mismo centro, conoce bien este programa. De hecho, se ha convertido en el referente del mismo en la ciudad, ya que por el momento es la única que tiene en su casa a dos estudiantes que cursan sus carreras en la Universidad de Cádiz. Se trata de Lidia Pineda, de Prado del Rey, y Paqui Reguera, de Algar.

Charo, pura vitalidad y energía a sus 75 años, ha tenido toda su vida un contacto cercano con los jóvenes, ya que hace unos años alquilaba habitaciones de su casa, en calle Medina, para estudiantes que venía a Jerez. "Lo hacía por mi cuenta. Mi marido falleció y sólo tengo un hijo que ya está casado. Antes trabajaba cuidando a una baronesa, pero luego tuve un accidente que por poco me deja en una silla de ruedas. La pensión que se me ha quedado es muy bajita. De esta manera me siento acompañada y acabo con la soledad que tienen otras amigas mías. Yo les aconsejo que se metan en este programa, porque es la mar de bueno", dice. En poco tiempo enumera toda la gente que ha pasado por su casa, recientemente se ha mudado a la calle Rosario. "Tuve a dos niñas de Trebujena, otra de Cádiz, una niña de Montellano, de Algeciras, otra de Vejer... y ahora estas dos nietas 'en seco' de Algar y Prado del Rey. Lo de las nietas 'en seco' es porque lo único que me ha faltado es parir a sus padres, ¿sabes?".

Charo habla con toda naturalidad de sus dos compañeras de pisos, pero como en toda casa hay reglas y en ésta "es que aquí no entran hombres", es lo que dicen las dos chicas, aunque los pensamientos de Charo, "que soy moderna como mi madre", van más allá, porque luego se 'pirra' por el programa de Telecinco 'Mujeres y hombres y viceversa' en el que nada más que hablan de la puja de unas chicas por un chico o de chicos por una chica. Los novios entonces se quedan en la puerta, pero por lo demás, Charo, Paqui y Lidia se organizan como en cualquier piso de estudiantes. Cada una tiene su cuarto y cada una se organiza de sus cosas, esto es, poner la lavadora con su ropa, tenderla, recoger, planchar, preparar su comida. Las dos jóvenes comparten un baño -el piso tiene dos- y se encargan de su limpieza. Lo dicho, "como cualquier piso de estudiantes", comenta Paqui, que aborda su segunda carrera y que ha pasado por las dos fórmulas de convivencia. Esta joven terminó la carrera de Psicología en Sevilla y ahora aborda su segunda carrera, Ciencias del Trabajo pero en el campus de Cádiz. Es la UCA la que le costea el traslado con una beca al mes al haberse acogido a este programa, que además, ofrece el alojamiento gratuito para todo estudiante que quiera y cumpla con los requisitos. Es ella la que lleva más tiempo con Charo y por eso no se corta a la hora de desvelar que "es ella la que monopoliza el mando de la tele". Como en muchas casas, la tele puede generar algunos problemillas, aunque en ésta Charo es la que lleva el control por las tardes. "Por la noche la vemos un poco más, pero otros días por ejemplo opto por irme a mi cuarto a leer", dice Paqui. La convivencia es muy buena y quizá todo venga dado por el carácter de Charo. "Ella es estupenda, muy moderna y va a su aire. Es muy fácil congeniar con ella", comenta Lidia. Claro que Charo, la dueña del piso, también se deshace en elogios para sus dos compañeras, "porque se llevan de gloria". Tiene claro que prefiere chicas antes que chicos en su piso, "porque dan menos guerra. Ellos suelen ser más desordenados y además con un hombre aquí estoy más incómoda". Sabe bien de lo que habla, porque antes tuvo huéspedes varones, aunque del primero que tuvo guarda muy buen recuerdo. "Incluso me invitó a su boda", comenta. Recuerda además a otras chicas que pasaron por su casa como una francesa y una mejicana, Karime. "Luego hay quien se acuerda de ti y quien no, pero la verdad es que no tengo queja ninguna". Mientras habla hace croché, una actividad que cultiva, es normal que las chicas estén por allí con sus apuntes. Luego está la cocina y aunque cada una se hace lo suyo, Paqui y Lidia están aprendiendo mucho de Charo que ha sido cocinera profesional.

En toda convivencia hay mucha "mano izquierda" y en este hogar ocurre lo mismo. Las normas al fin y al cabo son más o menos iguales que en piso de estudiantes. Cada una hace sus compras y se prepara su comida, aunque hay veces que también van juntas al mercado o disfrutan de un fin de semana juntas haciendo turismo. "Paqui, que se queda aquí algunos fines de semana, me ha llevado a comer a Sanlúcar, o por ejemplo, algunas veces viene conmigo a misa porque sale de ella. También me acompañan al médico cuando hace falta".

Entre las ventajas que ven de esta fórmula de convivencia intergeneracional están que no se ven "nunca solas" en el piso y entre los inconvenientes, esto lo dicen las más jóvenes "es que tienes que dar explicaciones de cuándo vienes. Otra cosa, la tele esta limitada, por ejemplo". Quizá otra de las diferencias con los pisos de estudiantes convencionales es que éste está muchísimo más limpio que la mayoría, una tarea que, no hay que olvidar, hacen siempre entre todas.