El viaje de Wisdom
Programa de conservación de los flamencos del Zoobotánico
Uno de los flamencos nacidos en el Zoobotánico alza el vuelo en libertad con un GPS que permite conocer cómo se adapta y facilita datos para el estudio biológico de la especie
El pasado 5 de febrero un repentino cambio de viento le hizo volar. Era libre. Siempre lo fue. Algunos testigos lo vieron alzar el vuelo algo torpe sobre el parque, alejándose de la vida que conocía desde que nació, dando la bienvenida a los miles de visitantes que acuden al Zoobotánico. Pero esta vez vio ‘su casa’ desde el aire. Wisdom se fue.
Pero no se fue solo... Gracias a la colaboración de la Fundación Jaime González Gordon, Wisdom lleva en su cuerpo un GPS, un dispositivo que permite conocer dónde duerme, por dónde vuela... Y como no podía ser de otra forma, Wisdom –cuyo nombre viene para recordar la firma Wisdom & Warter en honor a la Fundación– durmió en su primera noche fuera del Zoo en el tejado de la Bodega Las Copas.
Wisdom nació un caluroso día de junio. Su padre es un flamenco que había sufrido un accidente en Espera y que le había dejado lisiado de por vida de nombre ‘Terremoto’, y su madre, ‘Pantoja’ –sí, los nombres no tienen desperdicio–, es una flamenca que nació con una deformación que le impedía hacer una vida normal. “A pesar de ello, ambos habían logrado llevar una vida digna en Jerez, donde se habían conocido y habían creado su nidito de amor, en el que Wisdom vería la luz. Sus alados padres no habrían tenido ninguna posibilidad de vivir en la naturaleza con sus lesiones, pero tuvieron una segunda oportunidad en el Zoobotánico de Jerez, ubicado justo en un barrio famoso por ser la cuna del flamenco”, apuntan desde el Zoo.
Todas los flamencos que viven en el parque –en una instalación a cielo abierto–, tienen algo en común: “Todos son aves lisiadas que en su día ingresaron en el centro de recuperación del Zoo o en otros centros de rescate de fauna que posteriormente los cedieron al parque”. “Algunos tuvieron problemas durante el desarrollo y fueron rescatados por los técnicos del Zoo durante las campañas de anillamiento, que cada año tienen lugar en la malagueña laguna de Fuentedepiedra, su principal núcleo de cría en España. Pero la mayoría sufrieron accidentes debidos, casi siempre a la mano del hombre, como choques con tendidos eléctricos o incluso disparos, a pesar de ser una especie protegida”, subrayan desde el parque.
A finales de 2018 la Junta de Andalucía aceptó la propuesta de permitir que echen a volar los siete flamencos que habían nacido ese año en el parque, uno de ellos es Wisdom. “Esta iniciativa va a suponer que las crías se vayan y se integren en el medio ambiente de forma natural. Es un gran orgullo y alegría que hayan aceptado la propuesta para que cuando llegue el periodo de independencia de las siete crías que tienen el vuelo completo, su instinto haga que vuelen”, declaró en 2018 Miguel Ángel Quevedo, veterinario del Zoo.
Más de un año después y tras conseguir un novedoso dispositivo que se fija al dorso del animal con un arnés y que no supone ninguna molestia, Wisdom es el único flamenco que se ha ido del Zoo con el GPS instalado. Era el último que quedaba. La última oportunidad, puesto que su compañero Warter (de nuevo referencia a la Fundación) abandonó el parque antes de que le pudieran equipar con el sistema.
Así que tras dormir en ‘Las Copas’ y tras un susto por los fuertes vientos, Wisdom voló hacia la costa para quedarse finalmente en una de las salinas de El Puerto en la que se llegan a concentrar cientos de flamencos.
El conjunto de salinas Santa María y Marisma de Cetina, ambas gestionadas por Marítima de Sales, alberga en torno a un 20% de las aves presentes durante la invernada en la Bahía, lo que da una idea de la importancia de estos ámbitos para la avifauna del entorno. Además, las características particulares de la salina Marisma de Cetina, en la que coexisten ecosistemas salinos y salobres gracias a la superficie destinada a reserva ambiental incluida en la propia salina, la convierten en un enclave a destacar desde el punto de vista de la biodiversidad, con más de 100 especies de aves avistadas desde su reciente construcción.
Según cuentan desde el Zoo, el flamenco jerezano se ha integrado perfectamente y técnicos del parque han comprobado in situ cómo se alimentaba. “Su comportamiento durante estos días nos ha permitido salir de dudas sobre su capacidad de adaptación al medio natural y esperamos poder seguir con entusiasmo sus avatares en los próximos meses”, remarcan.
Íñigo Sánchez, conservador del Zoobotánico, reconoce que “para nosotros es una satisfacción enorme, esto da sentido a nuestro trabajo, porque trabajamos por la conservación”. “Lo más grande es poder devolver a la naturaleza lo que la mano del hombre un día apartó”, subraya Sánchez. Wisdom, buen viaje.
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