turismo rural

Entre el protocolo y el misterio

  • Montes de Propios cuenta con un proyecto para abrir al público la Casa Forestal como alojamiento rural, un enclave que hasta hace unos años era de uso exclusivo de la Alcaldía

Hay lugares que se impregnan de un aura de misterio por el paso de tiempo, las contadas explicaciones oficiales, los rumores con más o menos fundamento y la lejanía del bullicio diario. Uno de ellos es la Casa Forestal de los Montes de Propios, uno de esos espacios del patrimonio municipal que, como la Bodeguilla del Ayuntamiento, vive desde hace décadas en la delgada línea que separa la realidad del misterio.

Este coqueto inmueble, situado en el núcleo de La Jarda, el centro neurálgico de las fincas de propiedad municipal del Parque Natural de Los Alcornocales, es una casa rural que en tiempos pretéritos fue utilizada por los alcaldes para actividades protocolarias, según la versión oficial. La versión oficiosa es conocida: era un lugar donde se invitaba al dirigente político, empresario o banquero de turno para agasajarlo con unos días en plena naturaleza donde, incluso, podría disfrutar de la caza, una actividad muy del gusto de las altas esferas. Estas convivencias derivaban posteriormente en acuerdos teóricamente beneficiosos para el Ayuntamiento jerezano.

Ememsa ya tiene un proyecto pero no cuenta aún con los fondos para ejecutarlo

Ahora bien, a partir de ahí empieza la leyenda, la especulación y los comentarios sobre los personajes que pasaron por este enclave municipal y el criterio seguido para la elección. La lejanía respecto a la ciudad y las características del núcleo contribuían a la discreción y al sigilo que determinados contactos requerían por lo que el fantasma de la especulación fue, ha sido y será un elemento más de este paraje jerezano situado casi en la frontera con la provincia de Málaga.

Los trabajadores ayudan a mitificar este espacio con un silencio casi cómplice. Cuando se les pregunta, se limitan a señalar: "Se usó siempre para temas de protocolo". Esta afirmación deja entrever a que en aquel enclave parece que esté vigente la norma no escrita de que 'lo que allí pasa, allí se queda'. Si se insiste, poco tiempo tarda en volver a aparecer la palabra "protocolo" para repeler cualquier intento de sonsacar algún comentario del pasado por parte de aquellos que fueron testigos directos de aquellos años. Eso sí, a lo poco que acceden a decir es que solo fue utilizada esporádicamente en tiempos de Pedro Pacheco, su promotor, y de Pilar Sánchez. En cambio, el 'protocolo' de María José García-Pelayo y de Mamen Sánchez no ha tenido en cuenta este lugar.

Sin embargo, y a pesar de los años en desuso, la Casa Forestal se cuida con celo por los empleados de los Montes de Propios. Todo se encuentra limpio, ordenado y dispuesto para cualquier requerimiento. Sus seis habitaciones dobles permanecen en perfecto estado de revista, con la ropa de cama minuciosamente guardada en uno de los armarios. A la cocina no le falta un detalle con una encimera reluciente donde permanece una cafetera, el microondas e, incluso, un pequeño robot para cocinar. Una repisa con una completa colección de especias corrobora que no falta un detalle.

El salón, núcleo de la Casa Forestal, parece ya esperar la siguiente visita de alcurnia. Su estética, propia de esas casas de campo de adinerados amantes de caza, cuenta con varios sofás y sillones, con cojines cuidadosamente colocados, que están dispuestos en torno a una chimenea exornada con cabezas y cuernos de ciervos. Junto a la ventana, dos mesas de juegos tan elitistas como el backgammon completan una estancia iluminada con tonos tenues que invitan a la desconexión, al relax y a la amistad de conveniencia. Al caminar por el porche exterior, con vistas privilegiadas a Los Alcornocales, se hace imposible no imaginar conversaciones entre políticos y empresarios sobre tal y cual contrato o proyecto mientras degustan una buena carne y un buen jerez que solo sus protagonistas sabrán si fueron reales o solo forman parte de la suspicacia que genera este rincón de los Montes de Propios.

En 2015, la empresa municipal que gestiona este patrimonio medioambiental se planteó abrir al público tanto este como otros espacios como la Casa del Guarda o la del Vaquero para destinarlas a alojamientos rurales, tal y como ya se hace desde la pasada década con el Cortijo de Rojitán. Ya tiene un estudio técnico elaborado por la Delegación de Urbanismo para darle al caserío un lavado de cara, necesario por el paso del tiempo, y adaptarlo a la normativa turística. "Queremos que sea un espacio con una categoría superior a Rojitán y, por lo tanto, más caro", explica Ana Timermans, directora de los Montes de Propios. Por el momento, no hay fechas para su ejecución ya que todo depende de la disponibilidad presupuestaria. También se están buscando líneas de subvención en este sentido.

Pero, mientras llegan esos futuros hospedados, la Casa Forestal mantiene el silencio misterioso que rememora un pasado esplendoroso que solo fue disfrutado por un grupo escogido con celo y secretismo.

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