Sherry&Biscuit: Una tradición anglosajona que importamos
El Rebusco
Costumbre social recreada por la pintura, la literatura y el cine
La influencia británica en la zona del Marco del jerez ha sido muy importante, sobre todo a lo largo XIX, y gran parte del XX. Aún hoy, muchas familias Jerez y El Puerto de Santa María conservan apellidos ingleses, escoceses o irlandeses en primer, o segundo, orden.
No son pocos los jerezanos, y portuenses, que tienen en su árbol genealógico algún Ferguson, Ivison, O'Neale, Williams, Gordon, Buttler,
O'Ferral, Osborne, Terry, Grant, entre otros muchos. Casi todos vinculados con el sector de la vitivinicultura.
El documental, Los ingleses y el jerez, dirigido por Nonio Parejo en el 2015 para Canal Sur TV, nos mostró las peculiares influencias que estas familias dejaron en la sociedad andaluza: carreras de caballos, tenis, tiro al pichón, fútbol, moda y, como no, nuevas costumbres gastronómicas y combinados.
En otras entregas de El rebusco hemos descrito el sherry-cobbler, el candy egg, sherry-flip, sack posset, el syllabub, el sherry trifle, christmas pudding, la sopa Brown Windsor, o bien las torrijas bañadas con jerez conocidas como Poor knights Windsor, etc.
Para la ocasión hablaremos del sherry&biscuit, o el jerez acompañado con pasta, galleta o bizcocho. Era la manera en la que las familias solían agasajar a las visitas, o bien a los parientes, o amigos, asistentes a un funeral, cuando eran celebrados en las casas.
Un evento social más íntimo y reducido, que contrastaba con el más lúdico del sherry party.
Sherry & biscuits.
Aunque es un hábito muy inglés, ya sabemos que este tipo de aperitivo se extendió entre la alta sociedad de otros países. Y no parece extraño encontrar este agasajo en la famosa novela de Alejandro Dumas, El conde de Montecristo, en una fecha como la de 1844: "...prenez un second verre de xèrés et un autre biscuit". Remarcando en esa misma escena: "...votre vin d ´Espagne´est excellent".
Es el siglo XIX, y los escritores del periodo victoriano inglés, los que con más frecuencia recurran a reflejar en sus trabajos las tradiciones de la sociedad en la que viven.
Algunos de los más renombrados serán verdaderos retratistas de los periodos que les tocaron vivir, y la novela será el género literario más adecuado para ello.
Así lo vemos en Anthony Trollope y su Miss Mackenzie (1865): "she was resolved that she would not ask him to take any more sherry and biscuits".
Tres años después vemos el acto de consumir el jerez con pastas en Moonstone, de Wilkie Collins.
Un reconstituyente que apreciaba su amigo Charles Dickens cuando seguía su estricto régimen de comida: "Sherry Cobbler and biscuit".
De la cercana isla de Irlanda es uno de los padres de los cuentos de misterio, Sheridan Le Fanu. En Willing to Die, escrita en 1876, pone en boca de uno de sus personajes: " Won´t you have some sherry and a biscuit".
Y es el padre de la ciencia-ficción, H. G. Wells, el que haga decir a Mrs. Johnson en el funeral de The Story of Mr.Polly: "I hope every one´ll take a glass of sherry and a biscuit". Una novela de 1910, ya entrado el siglo XX.
La versión al cine de esta novela, en 1949, con John Mills, representará ese momento, aunque no se ponga en boca de la actriz que la interpreta.
Un autor actual de bestsellers, Ken Follet, nos deleita con el Londres victoriano en A Dangerous Fortune (Una fortuna peligrosa), de 1993: "Hobbes acercó a Augusta una silla, una copa de jerez y una bandeja de galletas".
Jerez con pastas
Una buena amiga de Jerez, vinculada como profesional, y por familia al sector del vino, Fátima Ruiz de Lassaletta, me comentaba que sus tías abuelas ofrecían ese refrigerio a las visitas, ya fuera al mediodía o la hora de merendar. Costumbre que se mantuvo hasta bien entrado los años 70 del siglo XX.
Las pastas las elaboraban ellas mismas con recetas heredadas de madre a hija.
La literatura española refleja esta costumbre importada de Inglaterra. Los autores son variados.
Del famoso autor de folletines por entregas, Manuel Fernández González, es esta temprana descripción en su novela Los desheredados, de 1865: "¿Quiere usted una copita de jerez, y unos bizcochos, don Pedro?".
Repasando la lista de escritores del XIX subimos peldaño, en el tiempo y la calidad, con don Benito Pérez Galdós. En uno de sus Episodios Nacionales, Un faccioso más...y algunos frailes menos, de 1879, el personaje de Carnicero hace un encargo a Tablas para celebrar, entre otros dos correligionarios, la muerte de Fernando VII: "Oye, ¿no hay bizcochos en casa?. Trae también bizcochos...jerez seco...pronto".
Emilia Pardo Bazán, por su parte, ofrece más referencias al jerez con bizcocho en sus historias. En Morriña, publicada en 1889, podemos leer: "... allí, sobre el aparador, el reparito de estómago, botella de jerez y bizcochos, ...".
Aquí y allá, en otros relatos de esta escritora gallega del XIX, que tuvo amistad íntima con Galdós, nos encontramos textos como el que sigue: "Filona y Sabel por los salones adelante. llevando y trayendo bandejas con tostados, jerez y bizcocho".
O bien este otro: "...dos o tres bizcochos y escanciándome un jerez aromático, de color caramelo...".
Y nada menos que Leopoldo Alas Clarín, en Su único hijo, de 1890, Reyes: "Pasó junto al café de la Oliva, donde solía tomar jerez con bizcochos algunos domingos".
Ya entrado el siglo XX, Pío Baroja, con su novela ambientada en Inglaterra, La ciudad de la niebla (1909), nos da esta pincelada al tema que tratamos. Cuando María e Iturrioz están en los docks londinenses: "...el frutero y el capitán español les convidaron a jerez con bizcochos".
Costumbre que llega hasta bien entrado el siglo XX, con Historias de Plinio (1971. Su autor, Francisco García Pavón, presenta a Don Onofre, que "...mojaba bizcocho en una gran copa de jerez".
De la pintura a la televisión
Si Galdós tituló su discurso de ingreso en la Real Academia Española La sociedad presente como materia novelable. Bien se podría aplicar esta expresión a la pintura. Dos formas artísticas en las que los creadores expresan su visión del mundo real.
En la pintura resulta más complicado identificar los ejemplos, pero traemos unos cuantos ejemplos muy llamativos. El más destacado es el del pintor belga, Georges Croegaert (1848-1923).
Entre sus cuadros de temática anticlerical tenemos el titulado A Glass of sherry, en el que vemos a una alta jerarquía de la iglesia católica disfrutando de un dulce con jerez.
Por su parte, el pintor francés, Emile Pierre Metzmarcher (1815-1890), tiene dos obras, The aperitif (1881), que mostramos aquí, y Apres le maitres (1873). En ambas una elegante, y joven, doncella aprovecha que no hay nadie en la casa para mojar unas pastas en una copa de vino.
Otro pintor europeo, el suizo Albert Anker (1831-1910), representa un bodegón con botella, copas y plato de galletas. No hay una evidencia que el vino sea jerez pero todo nos hace pensar que esto sea así.
Del otro lado del Atlántico es Jack Stark (1882-1950), un pintor norteamericano de no especial relevancia, pero sí por su oleo de 1948, titulado Sherry and biscuits.
La televisión no iba a ser menos y eso que en este caso las dificultades eran mayores. Gracias a una buena colaboradora japonesa, Tomoko Kimura, me ha permitido localizar este curioso anuncio publicitario japonés de la empresa Bourbon, especializada en la fabricación de dulces.
En 1978 lanzaron al mercado nacional su raisen pie (pasta crujiente rellena de pasas), en la que se recomienda su consumo acompañadas de jerez. El toque exótico lo da la presencia de un venenciador que sirve el vino a la chica para su total disfrute.
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