Las tripas delos Claustros

Un entorno fantasmagórico rodea una parte de este ya desconocido monumento para los ciudadanos; una serie de intervenciones quiere devolverle el brillo de antaño

Las tripas delos Claustros
Las tripas delos Claustros

14 de junio 2009 - 01:00

Son las entrañas de un gigante que parece dormido pero que un día despertará. Miles y miles de metros cuadrados que han engullido a lo largo de más de una década malas hierbas, vigas podridas y pitracos de piedra. Los arcos de medio punto son los ojos de este monstruo, testigos de años de gloria y belleza que ahora se tratan de recuperar a través de una serie de intervenciones.

Fue en 1998 cuando se le dio cerrojazo a los Claustros, que se han convertido para los jerezanos en un monumento fantasma. Las primeras obras datan de 1999 en una de las alas del patio. Siguieron en el año 2000, con el arreglo del torreón y de otra ala. A partir de 2001, y hasta la fecha, empezaron a participar una serie de escuelas taller en el refectorio, en el sacado de piedras y en la recuperación de piezas, entre otras labores.

A la vista están ahora dos nuevos proyectos, iniciados días atrás, en la sala De Profundis y el Claustro de la Enfermería, que rondan los dos millones de euros, a cuenta del 'Plan Zapatero', que tienen previsto estar finalizados antes de enero de 2010, "sin embargo, seguramente pidamos prórrogas por la importancia y complejidad de las obras", asegura el arquitecto Juan Ramón Díaz Pinto, que visitó la pasada semana este espacio junto al delegado de Urbanismo, Juan Pedro Crisol. El arquitecto subraya que la finalización de estas obras no conlleva la reapertura de este enclave inmediatamente porque, aunque de esta manera se ha consolidado gran parte del edificio, "todavía hay zonas que arreglar como una de las cuatro alas y parte del patio. Además, hay que decidir qué uso se le va a dar a los Claustros y habría que adaptar el espacio a estas actividades planeadas".

El calor y el viento de estos días azotan las zonas más desoladas de los Claustros, que contrastan con las que ya lucen remozadas y a la espera de que el público las disfrute un día. Hileras de andamios sujetan los techos de la historia. La sala De Profundis es la puerta a un mundo de asombro, recovecos, obstáculos de piedra, vegetación que ha crecido a sus anchas, escaleras que ya no suben ni bajan, ventanas que ya nadie cierra y grietas guadianescas en las paredes. Es el abandono. A través de un arco, o lo que queda de él, se llega a la zona de las celdas. Se intuye la vida monacal únicamente por el silencio que inunda el entorno. Habitáculos destrozados y adornados con graffitis. En ellos se ha colado la desfachatez de los depredadores para llevarse parte de la historia y dejar a su paso la desolación.

A través de una serie de galerías se alcanza el Claustro de la Enfermería. Allí, un gran patio luce tristeza. Unos operarios se afanan en la limpieza de la vegetación. Ya se hizo hace unos años, pero ha vuelto a crecer. La selva de escombros y ramas es la única superviviente de esta década. Una escalera al más puro estilo de cine de terror lleva hacia una planta superior. Quizás un mal paso la haga desmoronarse. Mejor no pisarla.

Crisol suspira. Dice que tiene el alma en los pies. "No me imaginaba esto así", murmura. "A pesar de estas dos grandes intervenciones, estaremos pendientes de un proyecto final que sería la actuación en el claustro principal que dejaría el edificio en uso. Hemos comprobado que es muy necesaria la intervención", comenta el delegado, que asegura que se siente "ilusionado porque además estamos muy preocupados por el estado en el que se encuentra. Cuando acaben las obras esperamos regresar con otra cara. Fecha para la apertura definitiva no podemos poner, pero el trabajo está claro que lo haremos".

En total, durante los últimos años, se han invertido unos 500 millones de las antiguas pesetas para devolver a los Claustros lo que fueron un día. "Queda mucho trabajo por hacer pero estos dos proyectos, en la sala De Profundis y en el Claustro de la Enfermería, son muy necesarios y consolidarán estos espacios tan deteriorados. Son espacios abiertos que todavía no están cuantificados pero son miles y miles de metros cuadrados", comenta Díaz Pinto, quien reconoce que once años "son demasiados años para recuperar este monumento".

Regreso al patio principal. Parece una puerta a la civilización porque, aunque con necesidad de algunos arreglos, no sufre el abandono de las estancias anteriores. Gran parte de las galerías inferiores y superiores están ya restauradas y recuperadas. Aunque detrás de sus muros nadie imagina que exista este extrarradio de la cultura.

Haciendo un poco de historia, el convento de Santo Domingo poseyó varios claustros y numerosas dependencias. Su fundación, que no sus construcciones actuales, se remonta a tiempos de Alfonso X El Sabio. En la actualidad sólo se conserva uno de los claustros, adosado a la iglesia, de propiedad municipal y que es testigo del importante pasado del Monasterio. Los Claustros fueron construidos entre los siglos XV y XVI, y se encontraban flanqueados por altares, losas sepulcrales y capillas. Sin embargo, a lo largo de los siglos se han ido añadiendo y eliminando elementos arquitectónicos a los Claustros.

Su interés histórico es importante para la ciudad, pues está con ella desde los primeros años de la Reconquista pero, a la vez, es un ejemplo muy temprano de la colaboración entre países europeos. Así pues, las obras contaron, para su realización, entre otras, con la inestimable ayuda económica del Rey de Portugal Manuel El Grande, casado con la princesa española Isabel, hija de los Reyes Católicos. Personajes que hoy, seguramente, no entenderían este abandono de la historia, que ellos mismos han forjado, y que ahora habrá que reescribir a golpe de subvenciones.

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