Bronca por la herencia de Chavela Vargas

Quiso irse sin nada, libre, como intentó vivir, pero Chavela Vargas dejó un legado y ahora, tras su muerte el 5 de agosto a los 93 años, ha comenzado una disputa por su herencia entre su familia de Costa Rica y su apoderada y amiga María Cortina, quien niega que exista algo por lo que pelear. "Vienen a reclamar cosas que no existen porque ella se fue con el amor de su público, pero sin dinero", dice Guillermo Sánchez, productor y amigo de la artista. Tras la muerte de la artista, su sobrina Gisela Ávila Vargas viajó a México para verla y colocarle el poncho que le regaló Jose Alfredo Jiménez, compañero de batallas y borracheras. Según denuncia ahora, Cortina lo impidió. "Esa señora manipuló a mi tía, se disfrazó de ángel guardián pero es un demonio. Hay testigos que dicen que la sedaba para que no diera lata y otras veces le aplicaba cortisona para que se reactivara", añade. Efe intentó sin éxito contactar con Cortina para contrastar estas graves asucasiones.

Ávila afirma que en el último viaje de Vargas a su país natal, tras una gira de la que volvió agotada, comenzó a manifestar lagunas mentales. "Fue hospitalizada en 2006 por pérdida de memoria, no podía dormir, tenía alucinaciones... Los médicos le detectaron varios problemas de salud, pero ella nunca estuvo de acuerdo con su dictamen", dice la sobrina, que sostiene que desde entonces su tía comenzó a relacionarse con Cortina, quien escribió sus memorias, y a alejarse de su familia.

Para el abogado de Ávila, Pablo Barahona, Cortina se encontró con una nonagenaria "fácilmente manipulable" y se aprovechó de la situación para vivir de su dinero. Según el letrado, existe un único testamento de la artista, firmado en Veracruz en 2004, en el que se nombra heredera universal a Gisela Ávila. A Mary Farquharson, productora de los dos últimos discos de la cantante, estas acusaciones le parecen "ridículas". "Estaba totalmente lúcida", apostilla. "Yo creo que a la familia le va a salir más caro el caldo que las albóndigas", dijo la productora. Un plato que, caro o barato, parece que tardará mucho tiempo en cocinarse.