Un 'Caníbal' que seduce
El malagueño Antonio de la Torre suena ya con fuerza para el palmarés por su actuación en esta sobria "historia de amor del demonio"
Era una de las películas más esperadas, y no defraudó: al igual que sucedió en Toronto, la crítica del Festival de San Sebastián alabó ayer la meticulosa sobriedad de Caníbal, dirigida por Manuel Martín Cuenca y con una celebrada actuación de Antonio de la Torre. El protagonista de Gordos o Grupo 7 se mete esta vez en la piel de un reputado sastre de Granada (donde se rodó la película), un tipo de aspecto impecable y dedicado en cuerpo y alma a su oficio... que resulta ser un caníbal sin remordimientos, un ser solitario que cuando desea a una mujer la mata y se la come. Hasta que aparece Nina, la hermana de su última aventura. Y ante la bondad e inocencia de ésta empezará a nacer en él un sentimiento nuevo que hará que por primera vez sea consciente del horror de sus actos.
Dice el director de La flaqueza del bolchevique y La mitad de Óscar que Caníbal es una historia de amor. "La historia de amor del demonio -precisó-. Lucifer traicionó a Dios aunque era su ángel favorito, y no se sabe por qué". Por eso él tampoco quiso dar claves sobre su personaje. "Nos interesaba mostrar el mal en estado puro. Pero explicar el porqué de ese mal sería complacer al espectador. Y queríamos perturbar, que fuera el público el que pensara por qué podría existir alguien así", explicó el director almeriense.
Para el malagueño De la Torre, a quien muchos ven ya como un firme candidato al palmarés, el de Caníbal ha sido uno de sus personajes más difíciles. "Yo soy muy expresivo -admitió- y siempre me he apoyado mucho en la palabra": todo lo contrario que su personaje. Y es que su Carlos hipnotiza con esa mirada fría y sin alma. Le da la réplica la rumana Olimpia Melinte, que da vida tanto a la tierna Nina como a su coqueta hermana Alexandra. También fue muy elogiada la atmósfera del filme creada por Martín Cuenca, con una Granada en vísperas de Semana Santa y con tétricos tambores de confradías como única banda sonora. Ya desde el cartel, en el que De la Torre y Melinte emulan una Pietà, queda claro que los elementos clásicos y los referentes pictóricos van a estar muy presentes en la estética de la cinta, que mañana pugnará por representar a España en los Oscar.
Otras dos cintas llamaron la atención ayer: también en la Sección Oficial a concurso, Oktober, November, del austríaco Götz Spielmann, un drama familiar sobre dos hermanas de personalidades opuestas, al que le cuesta arrancar pero que crece conforme avanza el metraje; y fuera de concurso, dentro de la sección Zabaltegui, El símbolo y el cuate, dirigida por el periodista catalán Francesc Relea, un documental sobre la amistad de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat y su pasión compartida por Latinoamérica.
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