La Inmaculada Concepción del Antiguo Convento de la Vera Cruz

La ciudad de la historia por Fco. Antonio García Romero, Eugenio J. Vega Geán

La Inmaculada Concepción del Antiguo Convento de la Vera Cruz

27 de octubre 2009 - 05:00

ABORDAMOS en este artículo una cuestión, no exenta de dificultad, como es la identificación de las imágenes religiosas, pinturas y demás objetos artísticos que, tras la desamortización eclesiástica del siglo XIX, desaparecieron de los distintos monasterios jerezanos.

En esta ocasión ahondamos en el legado artístico perdido del convento de los Padres Terceros Franciscanos de la Vera Cruz, de Jerez de la Frontera, y más concretamente en la imagen de la Inmaculada Concepción, que presidía su retablo mayor del primer tercio del siglo XVIII.

La identificación se basa en argumentos, tanto documentales como de cotejo entre lo descrito en las escrituras originales con la efigie en particular, y la consideramos debidamente consolidada, salvo mejor fundamento.

Casi por arte de birlibirloque se llega a estos hallazgos, pues las lagunas de las fuentes, pese a la aparente cercanía de los hechos relatados, es evidente, amén del proceso desamortizador que no se caracterizó por una diáfana transparencia administrativa y burocrática, sino, todo lo contrario, escondiendo, en no pocas ocasiones un negocio sumergido de tráfico ilegal de estas obras artísticas, a manos de sus más directos responsables.

La historia de esta imagen de la Inmaculada Concepción se inicia en el año 1730, al menos es la fecha desde la que nos consta su existencia documentada, a raíz del encargo del nuevo retablo mayor para el monasterio de la Vera Cruz jerezano, que recayó en el artista hispalense Joseph Fernando de Medinilla.

Este contrato se firmó en nombre de la comunidad de religiosos por Fray Pedro Joseph de la Peña, Ex Definidor y Ministro por aquel entonces de este cenobio franciscano.

El retablo de grandes proporciones, adecuadas al crucero del altar mayor, se describe ampliamente con gran repertorio, tanto estructural como ornamental, de raigambre barroca.

Por lo que respecta a la imaginería se citan siete efigies de tamaño natural, entre las que se encontraban las de San José, San Cristóbal, San Miguel, San Rafael y la Inmaculada Concepción, incluyéndose hasta un total de treinta y seis niños desnudos a lo largo de esta máquina lignaria, sin contar los destinados al trono de la Santísima Virgen, emplazada en uno de los nichos principales de este retablo.

Si tenemos en cuenta la descripción del inventario de 1835, realizado por la Comisión de Amortización, se da cuenta de la existencia de este retablo mayor con la imagen en él de la Inmaculada Concepción con corona de lata, entre otras tallas vinculadas al santoral de la Orden Franciscana.

Si en un principio tras los avatares de la desamortización se dieron por desaparecidas buena parte de los retablos e imágenes de este convento de la Vera Cruz, nuestra sorpresa fue mayúscula al localizar una fuente documental, en un manuscrito anónimo fechado en torno a los inicios del último tercio del siglo XIX, en el que se detalla lo siguiente: 'Y la Ymágen de Ntra. Sra. de la Concepsion que estaba en el Altar Mayor de la Vera Cruz, pasó al Convento de Sto. Domingo'.

A partir de aquí identificamos que la Inmaculada, que se venera en una hornacina lateral de la sacristía del monasterio de Santo Domingo, es la que procedía del cenobio de la Vera Cruz, ya que la referencia - no probada - de que procede del convento de San Agustín, hemos de descartarla por cuanto en este último monasterio no se daba culto a una imagen de la Inmaculada Concepción en su entonces altar mayor, sino a Ntra. Sra. del Socorro; y además, hemos de tomar como fundamentada la fuente que trascribimos, máxime cuando está fechada en los mismos años en los que se produjeron los hechos tras el proceso desamortizador en nuestra ciudad.

Si observamos esta imagen de la Inmaculada Concepción, que existe en la Sacristía de Santo Domingo, podemos comprobar como por su parte trasera se evidencia que se esculpió para un retablo, y además guarda gran similitud con lo descrito en el contrato original al que nos hemos referido, firmado allá por el año 1730, incluyendo los 'niños desnudos' en el trono de nubes bajo sus pies.

José Jácome González y

Jesús Antón Portillo (CEHJ)

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